Iba cavilando sobre qué regalo hacerle entre todos para darle un alegrón al hombre antes de que se marchara. Sin embargo, por esas cosas indefinidas de la vida, su economía no le permitía hacer una gran aportación, y que algo de tacañería había heredado de su madre, sin testamento previo.
Desde un elevado piso de una edificio de esquinazo, más viejo que la tana y para más inri sin ascensor, se desprendió un trozo de cornisa, muy mona pero no por eso menos peligrosa-no me quiero extender en pormenores para no perder el hilo, pero habría muchas cosas que podría decir al respecto- con tanta fortuna que le sacudió al hombre el bolsillo de la chaqueta. Salió ileso, sin un solo rasguño, y salieron también, disparados, cincuenta euros de los que no tenía conocimiento… Podían estar allí, qué sé yo, desde que no echaba a lavar la chaquetita. Una barbaridad. Imposible calcular el tiempo en años/luz. Sería tarea infructuosa, como pretender medir los agujeros negros del espacio…ni despacio.
Pasaba por ahí una anciana, vestida de primera comunión, pues le había tocado el traje en un sorteo de su barrio, de sopas de ave con fideos finos. Recién estrenado el vestido, se le desbarató completamente, al lanzarse sobre aquél billete al que creyó sin dueño.
El hombre, aunque caballero, fue más rápido que ella y lo pisó con el pie izquierdo, que en el caso de los zurdos, suele tener más reflejos. Inés Leonor, que así se llamaba la señora comunionera, se sintió ofendida y de paso humillada. Todo muy adecuado con su atuendo. Le combinaba de maravilla; entrecejo fruncido y carita haciendo pucheros de barro, con el blanco mate inmaculado, que no roto, del vestido -ése se queda para la elegancia de las novias en el día más feliz de su vida… ¿o se dice el más funesto?... Mira, ya me lío -.
Estos dos se enredaron en un diálogo imposible:
-Señora, verá, usted perdone pero ese billete es mío… Lo llevaba en mi bolsillo. Puede que no supiera, ni recordara, cuándo lo había guardado allí, lo admito, pero ha querido la divina providencia, darle un empujoncito para que cayera… Ahora, ya tengo un destino claro para él, mejor que cualquier hucha. Voy a comprar un buen regalo a un gran compañero y amigo leal que se nos va en la empresa en dos meses, dejándonos “el corazón partío” y sin canción.
-Mire, creo en el pecado venial y en el mortal también, pero menos, y no me parece que usted, deba quedarse con ese papel moneda, solamente porque sea de su propiedad. Yo lo vi primero y considero que los modales que usted ha tenido, cazando con ese deslucido zapato la codiciada presa, muy lejos de ser propios de un señor oficinista, son merecedores de un castigo semejante a perder el billete en beneficio de una servidora; que ya está más arrugadita que ahora mi blanco vestidito y que una pasa de la navidad pasada…. o donarlo a una ONG, lo que prefiera.
-Señora, ha de comprender usted, que a pesar de su edad, de la impostación de su voz, y de su maravilloso traje de primera comunión, yo no voy a cejar en mi decisión. Ese billete ha salido de mi chaqueta y a ella ha de volver. Y usted, vuelva adonde quiera, por el camino que más le apetezca. No puedo hacer otra cosa, que lo sepa.
-Mire, caballero, no me gusta discutir y menos por minucias de cincuenta que me encuentro por la calle. Váyase usted con el billete, pues también creo en la justicia divina, y yo me iré más contenta que unas castañuelas con ese trozo de cornisa que parece que no le pertenece a nadie. Total, sólo quería un recuerdo de esta situación sui géneris. Soy confiada y sentimental por naturaleza, ¿sabe usted?... No tengo malicia.
-Lo creo, señora. No hay más que verla…
Así se arreglaron ambos y se quedaron conformes. Se intercambiaron los teléfonos móviles y también los nombres y apellidos. Por esas cosas de caerse bien, después de todo… Ahora, ella se llama Ambrosio y él… Inés Leonor. Él ha perdido el trabajo por trastorno de identidad de género. Eso sí, viendo la botella medio llena, -hombre optimista; como le recomendaba su suegra-, no ha tenido que participar en el regalo de su compañero que pronto hubiera pasado a ser ex compañero y jubilado en jubileo. Y ha podido invertir ese dinero en la bolsa… de la compra. Ella ya no se pone el vestido que le tocó en la tómbola de su barrio pues, normal, se ve rara con él. Lo utiliza de mantel para cuando van a tomar el té, sus amigas, a casa… la que más, y la que menos, intenta ligar con ella, pensando que es él… y lo acompañan de pastas baratas.
Actualmente, Ambrosio e Inés Leonor, se están buscando en el facebook para poder devolverse móviles y nombres. Aún no se han encontrado. Terrible historia, lo sé.
Son cosas de hoy en día. Antes no pasaba esto. Tenía razón mi abuela…
¿CONTINUARÁ?...
(SIN DUDA… ESTO NO PUEDE QUEDAR ASÍ)
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Me quedo con las ganas de leer más, de que cuentes más cosas acerca de otros momentos que vivieron Ambrosio e Inés Leonor. Resuma no obstante un punto de tristeza como la vida misma. Y tiene golpes de humor divertidísimos, Yo particuularmente me quedo con que ella fuera ataviada con un vestido de primera comunión que le había tocado en un sorteo de su barrio de sopas de fideo fino. Me encanta como todo lo que escribes Ángel.
ResponderEliminarEn realidad aún no he escrito una segunda parte. De momento ambos siguen buscándose para intercambiarse nuevamente, como explico teléfonos y nombres... Ya veremos. En mis finales, raramente termino con un FIN, me parecen demasiado determinantes. Me gusta que las situaciones, como en la vida, tengan la feliz posibilidad de una segunda... o ¡quién sabe!... una tercera parte. Me alegra que hayas pasado un buen rato con esta lectura. Yo también lo hice, escribiéndola. Gracias por tu comentario y tus ánimos, Manolo.
Eliminar¿Se encontrarán? ...¡¡Por favor, ese "Continuará" que no tarde!!. Como siempre me has tenido enganchada de principio a fin. Un beso!!
ResponderEliminarPues Arantza, nunca se sabe... Siguen buscándose, de momento. Como le he comentado a Manolo, no suelo poner fin a ninguna de las historias que narro. Mis gafitas son amantes de la incertidumbre y les gustan los finales abiertos... Gracias por tu comentario.
EliminarMe quedé a medias con la historia,pues al final ayer entre unas cosas y otras no pude viajar en tu nube...pero resulta que ahora que lo leo,me quedo con hambre... ¡quiero más!...tendrás que continuarlo, amiga...;)
ResponderEliminarComo he respondido anteriormente, no sé si continuará esta historia o no, Fátima. Date cuenta de que Ambrosio e Inés Leonor, todavía están buscándose y no se han encontrado... Es complicado adelantarse al futuro...
EliminarPero no te preocupes porque si continúas visitando esta nubecita, no pasajera, tendrás la oportunidad de leer otros relatos que, seguro, también serán de tu agrado. Y espero que entonces nos lo vuelvas a comentar. Gracias.
Dalo por hecho!! gracias a ti por compartir tu inefable ingenio para escribir relatos tan amenos y sorpresivos.
ResponderEliminarGracias a ti, Fátima, por apreciarlos y disfrutarlos. Hasta siempre.
EliminarSimplemente delicioso en su hilarante complejidad. Tienes magia en la pluma, Ángel C. T.
ResponderEliminarSi tengo magia en "las plumas" es porque vengo del reino de los ángeles, Francisco. Perdona la petulancia pero es que mis gafitas son impulsivas y desafiantes. Ya tengo casi preparada una segunda parte a petición de los lectores. Está horneándose. En cuanto esté lista la saco y la sirvo... Gracias por tu delicioso criterio.
EliminarJajajaja......una vez más, he reído, sonreído y disfrutado leyendo tu relato. Qué ocurrencias tan geniales tienes...
ResponderEliminarA ver ahora que pasa con estos dos pobres, tienen que encontrarse!
Gracias por darnos estos ratitos tan buenos con todo lo que escribes. Un beso
Qué ilusión me hace que te haya divertido esta historia, sin pies ni cabeza, pero escrita con mucho cariño para conseguir el propósito de entreteneros y divertiros.
EliminarMuchas gracias, Susana. La segunda parte ya está lista. En breve la publicare... cuando mis gafitas lo consideren oportuno.
Cuando empecé a leerlo me encantó ya desde un principio .Ya el título decía mucho y prometía .Línea tras línea me preguntaba a la vez a que lugar me llevaría .A la vez que avanzaba no me podía creer lo divertido que era y la que se estaba liando por la cornisa caída y por el dichoso billete jajajaj ( aclaro que las cosas más importantes suceden de la manera más tonta) y los dos protagonistas tan peculiares .....hasta el vestido de comunión.Nada ,nada que esto tenía que continuar sí ,o sí .Me dejaste con la miel del humor en los labios ;mientras a ellos les cambiaste la vida jajaj y no me extraña que anden mirando contactos por el facebook jajja.Aunque tu abuela tenía razón que en sus tiempos esto no pasaba....yo opino que no están descaminados en buscar en este mundo virtual que hay de todo ,eso sí ,bueno y malo .Pero también dijo yo que después de perdidos al río y ellos seguro que piensan lo mismo jajaaja.Por eso te puse fuera del blog que esto tenía que continuar .Menudo apuro tienen los dos y no es para menos jajajaja.Gracias por estos ratitos tan llenos de imaginación que nos sacan la sonrisa tan fácilmente y da para esto y para más ,Ángel .Besos.
ResponderEliminarQué bueno tu comentario, intercalando palabras positivas con esas risitas tan tuyas, Joaquina. ¿Qué puedo decirte?... muchas gracias por esa curiosidad que tienes por leer las cosas que escribo y hacerlo con total apertura, como una niña deseando descubrir el final de un cuento de hadas. Un besito.
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