-Anda, mamá, deja de utilizar las redes sociales que no sabes manejarlas…
-¡¡¡¿QUÉ NO SÉ QUÉEEEEEE?!!!...
Mira, como una furia me he puesto... Vamos, dudar de mi capacidad de desenvolverme en este medio, después de la experiencia que tengo… Me he sentido más ofendida que si, antaño, se hubiera metido con mi forma de cocinar, por ejemplo; que ahora me daría lo mismo. Es que me ha llegado al alma.
-¿Pero se puede saber porqué piensas eso?-Le he preguntado.
-Porque te implicas demasiado, que te conozco… Tienes mucho peligro.
-¿Pero qué es eso de que no manejo bien las redes?... ni que fueran de pescadores y yo una sirenita incauta que pudiera quedar atrapada… Huy, glu, glu.
-Vale, no he dicho nada. Pero luego no me vengas… ¿eh?; que me pones la cabeza como un bombo, con que te has metido en un jardín… en un jardín sí, ¡pero en un jardín de infancia!: ¡Buaaa, mira que fulanito me ha tirado del pelooo!... que menganito me ha dicho tooonta.
-No me quejo tanto…
-Además, ¿no sabes que el facebook es para mayores de edad?
-¿...?
-…¡Que paso, mami… Tú misma!
Sin palabras me ha dejado… y mira que es inusual esto.
No sé si mi hijo tendrá algo de razón.
Mis gafitas y yo, estamos desconcertadas. Necesitaríamos reflexionar un poco sobre el tema, pero a mí no me apetece. Se lo dejaré a ellas, para variar.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
¡Ja, ja, ja, ja, ja...! ¡¡Genial!!
ResponderEliminarGracias Francisco. Son sencillas conversaciones entre madre e hijo.
ResponderEliminarBueno...buenísimo!!! Si es que los chavales tienen mucha más sabiduría de lo que nos pensamos. jajaja Me ha gustado un montón.
ResponderEliminar¡Cuánto me alegro, Arantza!
EliminarEse es el propósito fundamental de este blog, que disfrutéis. Gracias por participar en él con tus comentarios. Un saludo amiga.
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ResponderEliminarMadres lo somos muchas, conversaciones como esa las hemos "sufrido" casi todas, pero tener el talento y la gracia que tú tienes para narrarlo sólo está al alcance de algunas privilegiadas como tú. Gracias por el buen rato y la sonrisa que me has regalado.
ResponderEliminarEs un placer, Marlene, escribir estas cosas si hay personas como tú, que las aprecian tanto y les pinta una sonrisa en la cara. Un abrazo y gracias.
ResponderEliminarGenial y ocurrente,Ay...los hijos!
ResponderEliminar¡Sí. Ay, los hijos!... ¡¿Qué haríamos sin ellos?!... Gracias por tu comentario, Fátima.
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