-¿Pero todavía no te has liberado?-Le pregunté curiosa.
-¿Y tú, todavía sigues ahí?-Me interrogó ella, sin cesar de intentar soltarse.
-No. Que estoy volviendo del paseo ya.
-No consigo sacarme esto, dichosas ramas…
-A ver si va a ser una planta carnívora.
-No me asustes, oye.
-Y no ha comido hoy…
-Calla, calla, que estoy empezando a perder los nervios ya.
-Y le gustan las payasas.
-Ay, ay, ay…
-Sería paradójico, ¿verdad?... vienes a recoger alimentos para zampar y te engullen a ti, enterita además, jeje.
-No te hagas la graciosa, por favor.
-¿Yooo?… no. ¡Si la payasa eres tú!
-Dichosa, dichosa planta…
-No te preocupes, mujer… creo que esta no es zona de carnívoras. No te ayudo porque tengo que irme ya… que estoy esperando una llamada urgente. Hasta otra, amiga.
-Ya… lo que siempre se dice. Adiós.
Y me voy, por el camino veeerde que va a la ermitaaaaaa que va a la ermitaaaaaa.
CONTINUARÁ
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
De verdad que no hay quien se relaje contigo, Dª Peyorativa. Estaba yo en un sin vivir, esperando a saber que pasaba en la segunda parte con la pobre payasita, enredada en su ensalada, y, mira por dónde, vas y ahora te largas por una llamada telefónica y nos dejas, a mí con las ganas de saberlo y a ella en su lío. ¡Ya te vale!
ResponderEliminarY, hablando de líos, ahora me has recordado al que se le montó sin comerlo ni beberlo a una evanescente veterinaria vegetariana que conocí en cierto zoo y olvide hace poco perdida en esas jaulas de bichos raros que frecuenta...
Espero que la planta no se coma a la payasita, mientras yo me como las uñas hasta que lea el desenlace.
Otra vez nos interrumpen tus llamadas...jijjiji
ResponderEliminarYa ves cómo son las cosas, Fátima... ¡Esas inoportunas llamadas!
Eliminar