-Seguro doctor… ¿no será algo de psicosis permanente?-Preguntó la madre con inquietud.
-¿En qué universidad cree usted que yo he estudiado medicina?-Respondió en gallego, el doctor, que lo era.
-Perdón, disculpe mi osadía… dígame… ¿Decía?…-Reculó la que parió hace años, a la joven y bella.
-Nada mujer, tranquila, en todo caso, un trastorno múltiple, al cuadrado, de personalidad huraña y desgarro cardíaco por cortocircuito amoroso.-Quiso puntualizar el galeno.
-Vaya… eso suena fatal y parece aún peor de lo que había imaginado… Huy mi niña, cuánto ha de sufrir, como en unas vacaciones largas en un camping costero, en el mes de agosto.
-Mamá, por mí no te preocupes, son pruebas radiantes que nos manda el Señor.
-Ah, bien, si es solamente eso… pues para adelante. Estará probando tu fe, como tú repites asiduamente por las mañanas, y saldrá reforzada por los frentes y los laterales.-Añadió la madre, conformista.
-Claro eso he pensado yo.-Dijo la joven.
-Mire doctor es que la niña es de vocación religiosa pero nunca le hemos dado pábulo a esas inquietudes celestiales. Ya sabrá por dónde voy…
-No. No tengo ni idea. ¿En qué facultad cree usted que me licencié?
-Le explico, ya que tengo aprobada lengua y literatura, que no hemos querido, ni el padre ni yo, que se evadiera del mundo real, incrustando su body terrenal en un convento en lontananza. Que queríamos que nos diera nietos, córcholis, bien guapos y apañados con hoyuelos en las rodillitas y redondeces corporales, para tener a quién dejar la herencia… que es gorda y hermosa, también.
-Entiendo. Pues esas voces, perfectamente, podrían descender directamente de los cielos a través de las nubes tormentosas de su pensamiento. O le pongo una medicación de esas fuertes a rabiar o le dan permiso para que se meta a monja de clausura de una vez por todas. Ustedes verán…
Y se fue al convento a hacer pinkas rellenas de crema y palos de santo. Todo resuelto, no era cosa de medicinas ni de médicos.
¡Menos mal, ya me estaba cansando de escribir por escribir! Ay, por la Virgen santísima… cuando la gente no se quiere entender es que se puede una pasar la vida escribiendo hasta caer rendida y nada, que los personajes no llegan a un simple acuerdo. A Dios gracias, y a mis gafitas, este final ha visto la luz.
Ángel C. T. ©
Instantánea tomada en la consulta psiquiátrica del Dr. Gerundio, por estas gafitas. |
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