Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

21 ago 2015

LA RECETA

-¿Y díganme, es sencilla la receta que están preparando?-Peguntó el reportero, enviado adrede desde la tierra.
-Muy sencilla. Cualquiera puede hacerla en su propia casa…-Respondieron mis gafitas-cocineras, amablemente, expertas en relaciones humanas, en la cocina de nuestra nube.
-¿Y los ingredientes son fáciles de conseguir?
-Sí. Son asequibles hasta para los niños. Y no necesitan conservarse en la nevera.
-¿Y es dulce o salada?
-Las dos cosas.
-¿Y algo picante?
-No. Picante no lleva. No combina bien.
-¡Pues vamos a ella! Por favor, vayan comentándonos las cantidades.
-Bien... pues sobre una fuente de oro, vertimos para la base de nuestra delicioso plato, una cucharada colmada de cariño, dos vasitos como de vino pero de confianza, de respeto hemos de echar un paquete entero, para que no se pegue la masa, y bueno… añadimos la comunicación… de ésta, toda la que queramos, al gusto, cuanta más mejor. Ahora va la sinceridad bien mezclada, mientras batimos todos los ingredientes y, una vez horneada, la espolvoreamos con lealtad.
-Estupendo… ¿y si le echamos una guindilla de envidia, tal vez le de algo más de gracia?...
-No. Si echamos una guindilla de envidia, nos habremos cargado la receta. Ya le digo que nada que pique le va a  este plato.
-Bien, pues ustedes dirán… ¿Al horno ya?
-¡Eso es! Al horno de la paciencia a temperatura media y, en el tiempo justo, estará lista una riquísima amistad... que en cuanto esté en su punto, tendremos el gusto en compartir con usted, si lo desea.
-Claro que sí, amigas. Gracias. Será un placer para mí.
-Gracias a usted.
-¡Qué bien huele la amistad!
 -¡Mejor sabrá!

Ángel C. T. © (Dedicado a todos los amigos que lo son).

Agradecimientos especiales a Arantza A. V. que les ha conseguido colocar un gorro de cocinero a mis gafitas.

2 comentarios:

  1. Nada que agradecer, lo pasé bien "enredando". Y el resultado ha sido unas gafitas que le dan muchas vueltas al mejor cocinero de renombre del mundo.
    Si la amistad fuera tan sencilla de "cocinar"....

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  2. La verdad es que el gorrito les sienta de maravilla a mis gafitas, Arantza. Están contentas con él. Ahora comprenderás que para hacer una receta de estas características, necesitaban estar requeteadecuadas para la ocasión. Y esta receta, como bien dices, a pesar de que ellas insistan en lo contrario, no es tan sencilla de preparar.

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