Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

3 abr 2015

EL TELETRANSPORTADOR

Hace unos cuantos días, me acerqué a la tienda de chinos que hay cerca de mi casa, pues me hacia falta un carro para traer la compra. Pregunté, al que estaba en un mostrador al lado de la entrada, si vendían este artículo. Rápidamente asintió con la cabeza y llamó a un ayudante para que me llevara hasta él:

-Enseña calito a la señola.-Y en un abrir y cerrar de ojos, el compañero me llevó al pasillo donde estaban los calitos (perdón, todo se pega menos la hermosura), los carritos. Pero descuida que entre ellos se entienden perfectamente.

Me he percatado de que los chinos a pesar de tener esa pasmosa lucidez mental y una sabiduría milenaria en medicina natural, están in alvis, en lo que se refiere a calitos para la compla. Pero se les perdona, porque tienen tal capacidad de trabajo y agilidad numérica para hacer los cálculos-y no me refiero a los del riñón, sino a los matemáticos- a la hora de cobrar, que lo compensan… Es el único súper en donde se tarda menos en pagar que en comprar.

Como era muy barato no tuve que pensármelo mucho. Así que me fui con el calito tan contenta, y a los pocos días, como era de esperar por la escasa calidad del material, se rompió, es lo que tiene andar contando los euros con deditos cortos,  y me volví a encontrar en la penosa situación de carecer de este medio de transporte de productos para el hogar, tan necesario.

El caso es que habiéndome durado ese calito nada y menos, pues no aguantó mucho peso, comencé a hacer cábalas para averiguar si conseguirían llegarme mis ahorrillos para comprar un segundo. Es que con los carros de la compra pasa como con los coches, nunca son una inversión, en cuanto lo adquieres, ya puedes ponerlo en venta al día siguiente que el precio no será el mismo… por lo menos habrá descendido un 30 %. Bueno, me parece que este no es el tema. Continuando con esta sorprendente historia:

No tuve más remedio que acudir al mercadillo del pueblo y preguntar si alguien vendía calitos de la compla. Huy, ¿no te digo?... Se me ha pegado el acento. Es que los acentos se me pegan rápido, no es el caso de los puntos y comas que se me resisten un poco más. Carritos de la compra, quería decir, como seguro habrás comprendido.

Unos vendedores, me enseñaron uno que tenían guardado en una furgoneta y para mi felicidad, fue todo un descubrimiento. ¡Era un teletransportador superguay y supersónico! ¡Qué alegría experimenté! Había estado, hacía tiempo ya, buscando, por todas partes, incluso a través de Internet, a ver en qué tipo de establecimiento podía encontrar teletransportadores supersónicos y superguays. En tres ocasiones, si no recuerdo mal, fui a diferentes tiendas, preguntando si tenían carritos teletransportadores, de este tipo, y no había conseguido encontrar ninguno. No, no, tenemos, me decían en un lado y en otro. En unos sitios tenían supersónicos, en otros superguays pero supersórnicos y superguays, junto, imposible. Vamos que es de esas cosas que, o te las encuentras por casualidad en algún rastrillo o no te molestes en buscarlo, ya te lo aviso.

El caso es que ¿quién me iba a decir que en un carrito de la compra iba a poder teletransportarme?… Parece increíble, ya lo sé. Ahora hago la compra mucho más rápido, como podréis suponer. Sólo tengo que entrar en el carrito, agacharme, echar la solapa desde mi casa, ya con los zapatos puestos y el dinero en el bolsillo, con las llaves y un paquete de clínex (eso que no falte nunca, por dios) y en décimas de segundos estoy en la puerta del supermercado. Compro, me introduzco en el carrito y de vuelta a casa.  En pocos minutos resuelto el asunto de llenar la despensa y el frigorífico.

Lo que más me entretiene, como os podéis suponer es pagar. Esas colas que se forman sí o sí, que parece que tendrías que haber pedido la vez en la prehistoria, para que te llegue el turno en la actualidad. Da igual que haya mucha o poca gente. Si hay mucha porque están todas las cajas abarrotadas y si hay pocas porque prescinden de vari@s cajer@s, con lo cual se quedan solamente dos cajas funcionando, con sus dos hermosas colas, coleando…  valga la redundancia. Además de que siempre, siempre, me coloco en la caja más lenta. Tengo una especie de talento natural para ello. Pero bueno, menos mal que el tiempo que pierdo por un lado lo gano por otro.

Tengo más aventuras que contar, con mi teletransportador superguay y supersónico
pero serán materia de otra historia.


Ángel Córdoba Tordesillas ©2014

4 comentarios:

  1. No está mal eso de tener un teletransportador superguay y supersónico en forma de calito de la compla, jajaja. Muy divertida la parte china, me parto. Yo fui un día a comprar un pelador de espárragos en un chino de Noja, y la china me dijo: ¿"Espalagos no lata?" Es muy bueno y divertido tu relato; y qué suerte tienen algunas de tener teletransportador; ya me darás una vueltecita con él.

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    1. Veo que te mola mi vehículo doméstico, Manolo. Sin embargo, siento decirte que es uniplaza.... Mira a ver si por tu ciudad encuentras alguno con el que puedas desplazarte para hacer la compra sin gastar gasolina aunque sólo sea superguay. Este mío, aún no lo vendo. Gracias.

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  2. Nooo, no lo quiero comprar, solo que me dieras una vueltecita por el mercado. Pero si es uniplaza, me quedaré con las ganas.

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    1. Tú con las ganas yo con el teletransportador inventado. Lo siento, Manolo, a veces la vida no es justa, no señor.

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