Se quiso hacer un transistor con unas manillas de reloj
antiguo y unas patatas fritas rancias. Nadie pensó que le faltase un tornillo…
a aquella radio… ni que fuera peligroso, pero…
Los días de visita, hay mucho ajetreo en el frenopático. Él
se sienta junto a la ventana a mirar el patio. Dos árboles le miran
inquisitivamente. Ya les ha tomado cariño, sin embargo. Enseguida, doña amapola
le guiña el ojito presumida, no pierde el tiempo, sabe que los pétalos
preciosos caen pronto… Hummm… ¿qué querrá ésta ahora?, se pregunta.
-Lástima que no vino nadie a verle esta tarde, Leocadio.
-Pues si hubieran venido no hubiera podido atenderles como
se merecieran. He estado muy ocupado con los cactus del jardín y con una
enredadera pordiosera… Perdón, esta noche no duermo solo. La amapola no quiere
medicación, gracias. Tráiganme una merecida enagua... para mi niña.
-Bien, señor, usted manda. Le llevaremos también una botella
de cava, antes de que suban el precio, si acaso se independizase Cataluña… y unas
fresas con nata en la suite nupcial.
-No se moleste. Mi amapola es abstemia y yo, ya sabe… no
puedo mezclar alcohol y psicofármacos… Estoy pirado pero no soy idiota, sor
Discusión. No me siga la onda como a los locos. Bona nit.
-Soy árbol, de rama de filosofía y letras, sor para usted
cuando diga.-Consintió el árbol, por no discutir.
-No perdamos ni un minuto más, amor, me quedan tres pétalos
consentidos. Ahora o nunca -Dijo la amapola.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
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Fotografía hecha con estas gafitas que Dios me ha dado a una amapola abandonada en medio de la calle y aún viva.
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