Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

20 abr 2015

"LA MASCOTA"

Esa mascota que vive con nosotros
a la que cuidamos como a uno más de la familia.
Que día a día crece,
que va formando su personalidad
con la nuestra.
Que va invadiendo nuestro espacio interior.
Que se acostumbra a nutrirse de nuestros miedos,
expectativas, decepciones, frustraciones y complejos.
Que nuestra carencia de amor, de confianza en la vida
la hace cada vez más fuerte,
Le llamas por su nombre y no obedece…
de tan rebelde que se vuelve.
Hasta que un día se enfrenta a nosotros y nos vence.
Nos roba nuestra propia luz
y la de los que están cerca de nosotros.
Es la única mascota que no merece nuestra bondad,
con la que siempre deberíamos ser crueles y despiadados.
No alimentes el rencor.
Déjalo morirse de hambre.


Ángel C. T. ©2015 

4 comentarios:

  1. Uy, yo a alguien así no lo quiero de mascota....de hecho no lo conozco, y me alegro, por lo mal que suena....Un abrazo, Ángel

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    1. Y yo me alegro por ti, Susana. Es verdad, suena mal y no hace feliz a nadie. Gracias por comentar, amiga. Otro abrazo.

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  2. ¡¡Mira que adoro a mis mascotas!!.... pero creo que el símil que has puesto está bien dentro de que es apropiado a la reflexión que has hecho. A mí en particular no me resulta ofensivo, es una simple comparación. Y todos sabemos que las mascotas son un encanto, pero que también hay algunas que son rechazadas por sus propios dueños por su agresividad o comportamiento indeseable en la familia y en su propia manada. El rencor no lo quiero ni de mascota ni de acompañante y más si va unido a la venganza. Un beso.

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    1. Así es Arantza. Valiéndome de esa expresión conocida por todos, o por muchos, de "alimentar los rencores" se me ha ocurrió esta metáfora. En realidad creo que alguna vez la mayoría de nosotros nos hemos dejado acompañar por esta ingrato huésped, en algún momento. Yo misma, en mi forma humana, reconozco que he tenido el rencor presente pero afortunadamente en estos momentos de mi vida vivo sola, sin esta "mascota" tan molesta y ofensiva. Desde luego, esa "cría" del rencor, la venganza... es para darle de comer aparte... o mejor que se muera también por inanición.
      Gracias por tu comentario. Un abrazo.

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