Sarita y Julio estaban la mar de contentos porque irían al mar ese otoño en viaje de regalo de concurso de radio y
con todos los gastos pagados. No les importaba si había mosquitos trompeteros o cualquier otra especie de insectos o tiburones. Lo único que pretendían era vivir el momento, como les había recomendado su hijo, Ernesto, un constructor muy honesto.
-Qué maravilla de playas, Julio, y
con todos los gastos pagados. Estoy que no me lo creo. Pellízcame a ver si estoy despierta…
-Mujer, ¿para qué quieres que cometa semejante
violencia de género, si está claro que estamos soñando pero despiertos?.. ¡Figúrate,
con todos los gastos pagados!
-Ni eso puedo pedirte, por Dios bendito... A un pellizquito cariñoso me refería, nada más, que todo te lo tomas por el extremo oriente y no se bromea con esas cosas. Anda, hazme entonces una carantoña u otro numerito de ahogarte en medio del océano, como hiciste el pasado verano, cuando estuvimos en
Torrevieja, sin gastos pagados, que me hizo tanta gracia que aún me duelen las costillas de reírme, pero por la otra punta.
-Tengamos las vacaciones,
con todos los gastos pagados, en paz, Sarita. Hay mucho que disfrutar, no es momento de sacar todo tipo de registro ni de persecuciones paranoicas.
-Tienes razón y mucha. Y por una vez te la voy a dar. Me tomaré el resto del tiempo en este paraíso,
con todos los gastos pagados, como si fuera una fiesta cada día y así cuando volvamos y le contemos a nuestro hijo cómo ha ido, podremos decir que bien y no engañarle que a él no le gustan las mentiras.
-No, señor, no le gustan. Ha salido en eso a mí.
-¿Quieres decir que yo miento, Julio?
-No precisamente. Pero soy mucho más sincero que tú,
de aquí a Lima, incluso
con todos los gastos pagados.
-De aquí a Lima se dice cuando uno está en
España. Aquí esa expresión se queda corta porque estamos en
Isla Margarita y más cerca de
Lima de lo que piensas. Tendrías que sustituirla por ejemplo por “de aquí a
Londres”.
-Va a ser lo que tú digas… pues mira de aquí no me muevo ni con el pensamiento que tenemos
todos los gastos pagados. Ahora debemos pensar en qué queremos gastar lo que podemos gastar, porque dado lo poco acostumbrados que estamos al gasto superfluo…
-Es verdad, casi me olvido, menos mal que me lo has recordado ¡Qué suerte la nuestra,
con todos los gastos pagados que viajamos! ¡Lo vamos a pasar genial!
Ángeles Córdoba Tordesillas
©