-Hijo, ¿quién te ha enseñado a leer si flotabas dentro de un cesto sin maestro ni libro de texto?
-¡Oh mamy blue! hay cosas que son inexplicables, como la contaminación de los mares para los desinformados. He aprendido mucho, durante ese mece que te mece, noche y día, pero no me explico, a pesar de que no soy rencoroso, porqué diantre tuve que terminar así, de cualquier modo, en las aguas de ese Nilo reconocido oficialmente… ¿Acaso no fui hijo deseado?
-Claro que lo fuiste, alma mía, pero la cosas se liaron, como no te podrías hacer una idea formal, y tuve que meterte en ese capacho viejo y feo, y allá que te lancé a las aguas mortales. Pero las madres todo lo que hacemos está bien hecho… Ya lo ves, aquí estás ahora, sano y salvo, y con directrices como para iniciar recorrido en una empresa propia. Has madurado más que un fruto de verano.
-Ya, mamaíta, pero creo que estoy algo traumatizado por no haber podido tener cerca su regazo y un biberón repleto de alimento lácteo.
-Venga, mi vida, no te hundas ahora fuera de la canasta ya, que nos quedaremos compuestos y sin Tablas de Mandamientos.
-Habré de visitar, tal vez, y no lo digo por complicar más las cosas que uno ama la sencillez y la desnudez -ya acostumbrado a ella-, a un buen especialista en psicología cognitivo-conductual o de la Gestalt que son tan modernos que te despachan en minutos.
-Pero esos son caros…
-Bueno, pues alguno clonado, seguramente más barato.
-Podemos hablarlo, primor, si lo crees necesario. ¿Qué te dice el corazón?
-Mami, el corazón lo dejé flotando sobre las aguas, aprendió a caminar solo, sobre ellas y después también fuera, y me envió un wasap diciendo que llegó a casa tres días antes que yo… ¿no lo ha visto por aquí, acaso?
-¿No me digas que se equivocó de puerta y se fue a la de la vecina de enfrente?… ¡Por todos los dioses! Llevo tres días escuchando la música a todo trapo, con festejo hasta las tantas. Pensé que tenía invitados ingleses o juerguistas… o las dos cosas. A ver ahora quién entra allí a buscarlo… porque a mí, ni una pizca de sal me regala.
-Yo mismo iré a buscar lo que es mío. Espero que ese corazón avanzado no se niegue a regresar a mi lado, que tengo un hueco enorme desde que se liberó del cesto presto y necesito quererla a usted, por ser mi madre.
-Ve, hijo… y vuelve por Navidad. Tendré preparada otra cesta, pero esta vez con turrones, mazapanes, y otros dulces y variedades típicas de la fecha, no temas.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Desde luego jamás imaginé a Moisés de tal guiso y puesto al día con las nuevas tecnologías jajajaja .Lo mejor de todo es que la próxima cesta será por Navidad y de turrón preparada con el cariño de toda madre cuando vuelven los hijos por Navidad .Cómo me he divertido leyendo este pequeño relato .Lo que no se te ocurra a tí jajaj.
ResponderEliminarBueno, eso es porque no le has visto con su aiphone y su tablet. No te imaginas el dominio que tiene de la tecnología y las redes sociales...
EliminarLo que no sé, es si él tiene mucha ganas de ver una cesta más, aunque para Navidad sea de dulces... me parece que pocas. Pero es sólo mi opinión, claro.
Gracias por tu comentario, amiga.
Que gracioso y entretenido esta este relato.Un beso
ResponderEliminarGracias, Celia.Me alegra que te lo haya parecido.
EliminarDivertidísimo relato, fresco, original, que muestra tu desbordante imaginación. Me ha encantado oh mamy blue.
ResponderEliminar¡Me alegro mucho, Manolo blue! Gracias.
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