“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a
Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.
Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.
Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.
Procura mantener el timón y la vela bien firmes, porque siempre soplan buenos vientos para el marinero que conoce su rumbo.
ResponderEliminarPero una vez haya naufragado el barco... habrá que esperar a que aparezca otro al que subirse. Todo antes de ahogarse entre lágrimas de autocompasión.
EliminarGracias por tu sugerencia marinera, Javier.
Siento que si, la esperanza no debemos de perderla nunca. Que no pase mucho tiempo, desde el naufragio hasta que aparezca otra embarcacion.Un besazo
ResponderEliminarEl tiempo, en medio del océano, no sé si se medirá en nudos...
EliminarHabrá que aprender a deshacerlos por si acaso.
Gracias, Celia.
Pero hay una embarcación que es bastante segura, muy marinera, y podrá ir en auxilio de quien navegue cerquita. Que preciosa y sugerente imagen Ángel.
ResponderEliminarLas embarcaciones en las que está escrita la palabra "amistad" suelen serlo, Manolo. Habrá que estar al tanto... y hacer señales de humor, para que me vean.
EliminarGracias.
te extraño, Angel.
ResponderEliminarun abrazo en cariño.
Y yo a ti, Eduardo. Pronto volveré. Muchas gracias por entrar a esta nube y enviarme este precioso mensaje. Un beso.
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