Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

1 mar 2015

PEQUEÑITA Y AL SOL

Expuesta,
como Lagarto brasileño
o una diapositiva,
sin más pretensiones
que la de volverte loco de amor.
Humilde que es una...

Confío en ti,
y no me gustan las sorpresas
que lo sepas,
por eso te revelé mis secretos,
porque sé que nunca los usarás
contra mí
ni a mi favor.

Hace un día precioso
y se está bien, al sol.

Ángel C. T. ©2015

2 comentarios:

  1. Humilde y clara, como la luz de ese sol del poema en el que estás tan agusto.
    A mí tampoco me gustan las sorpresas, en general.

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    1. Qué amable eres conmigo, Arantza. Lo de humilde iba con segundas pero bueno... me quedo con tus halagos, hala. .
      Las sorpresas desagradables, ésas que son más bien sustos, para lo que las quieran y las agradables... bueno, creo que es mejor prepararlas de común acuerdo. Así se puede estar seguro de que ambas partes la desean, pues si no, se corre el riesgo de que pase a la categoría de susto. Un abrazo, amiga.

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