Jennifer era una experta en codornices, columpios y
fotogramas. En todo lo demás la torpeza personificada. Un verdadero desastre.
Ya se lo decía su madre: “Hija no llegarás a nada en la vida porque eres una
perfecta inútil… ni se casarán contigo”. Hasta la edad adulta creyó a pies
juntillas las palabras de esa mujer que la había parido, según le habían
contado, y como era muy inocente pensaba que como ella la conocía de bien,
nadie la llegaría a conocer jamás. Menos mal que a partir de una edad aún
prudencial, pues estaba viva, puso en duda esas palabras.
Le perdía el romanticismo a última hora de la tarde; con las
siluetas de los amantes y el sol naranjita al fondo del paisaje… Tenía trescientos veintiún
amigos y muchos fotogramas de cada uno de ellos. También de cientos de
codornices de todos los colores y sabores. Sin saber cómo ni porqué, una tarde
de esas romanticotas de película, se le ocurrió hacer un montaje con todo ello
y lo vendió a un productor ruso al que le gustaba el cuscús y no le importaba
mezclar los fotogramas con sus comidas. Pagó toda su fortuna por ello y acertó.
Ese montaje llegó a ser conocido universalmente -actualmente en “Mytube”- y también
Jennifer, lógicamente, como autora.
Ella hizo muchos más montajes originales y se los quitaban
de las manos, casi sin darle tiempo a que los terminara. Le daban ataques de
risa de los nervios y de la sorpresa. Pero los sobrellevó sin demasiada
medicación.
Tuvo un gran éxito. Se vino arriba; pasó de vivir en el
segundo, al ático del mismo edificio. Subió como la espuma en su bañera… se echó algunas
sales y se dio un buen baño matutino, para relajarse. Mmmm, por fin… ¡agua
caliente a diario!
Dejó de comer manitas de cerdo, que no le habían gustado
nunca, y se pasó al caviar rumboso -tampoco le hacía mucha gracia, pero molaba
más-, al marisco más fresco y al teatro de verdad, no al que fabricaba con sus
fotogramas. Era una delicia escuchar los aplausos del público en vivo y en directo aunque no fueran para ella.
Se hizo la manicura mexicana y se añadió María al nombre,
para darle algo más de importancia, ya que se había convertido de la noche a la
mañana, en una mujer de renombre. Ah, se me olvidaba… el mismo día de la
manicura, decidió hacerse las ingles brasileñas. Le iba lo internacional. Chica
sencilla, por esta razón la he incluido en este apartado, pero ahora de éxito y con cierta popularidad. Y se compró crema
para la cara…a ver qué era eso. Ese cutis seco, en el espejo, era una lástima.
De columpios, he olvidado hablar… Otro día será. Dios no le
había llamado por ese camino ni por el de hacerse religiosa. Todo, no puede ser.
Y pensó que, ya que tenía tanta pasta, podría comprarse un buen calzado e irse un fin de semana, en plan discreto, a Marbella en globo, con unas gafas de sol bonitas, pantalones ceñidos de color teja con
blusa azul cielo y perfume de lavanda.
La madre de Jennifer, está buscando otra hija… a la
desesperada. Final feliz… para María Jennifer. Se lo merece. Me alegro mucho
por ella, a pesar de que ahora no tenga tiempo de responderme a los mensajes de
whasapp. Lo entiendo. María Jennifer, si lees esto, a ver si tienes la
amabilidad… que no hay quien te localice, guapa.
Ángeles Córdoba Tordesillas 2014
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