Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

1 mar 2015

LA SIRENA Y EL MARINERO

-Hola.
-Hola.
-Señorita, ¿busca a alguien?
-Sí, a un marinero amante de la literatura, de la música, de las artes…
-¿Y del mar?
-Sí, naturalmente, también del mar.
-Puede ser que yo sea ese caballero… 
-Solamente si usted, alguna vez, ha perdido una sirena.
-No, no la perdí, pero nunca la he dejado de buscar, sin embargo.
-Pues creo que soy esa sirena.
-Vamos a ver, enséñeme sus manos, por encima de las olas, o envíeme una foto de ellas.
-Oh, mis manos no son unas bellas manos.
-No se preocupe, sirena, me gusta su voz. ¿Pero su cabello será natural?
-De tinte natural sí, pero no es largo ni se enreda entre las rocas.
-Bueno, no hay problema, así lo peinará mejor… ¿Tendrá un cuerpo joven, sano y esbelto puesto que está todo el día en las aguas?
-Pues la verdad es que tampoco mi cuerpo es joven ni esbelto.
-No hay problema. La madurez, les sienta bien a las sirenas.
-Y, debo decirle, también, que mis ojos no son hermosos ni de mirada profunda ni tienen largas pestañas.
-¿Pero su piel será delicada?
-Marinero, mi piel está bastante ajada por las vicisitudes vividas, en el fondo marino, y mi rostro adornado con ojeras y demás.
-Bueno querida, encontrada y bien hallada, ¿qué tiene usted de sirena? ¿Acaso sus pechos son turgentes y voluptuosos?
-Me temo que ni siquiera eso, marinero.
-¿Entonces nadará, al menos?
-Pues, estoy aprendiendo. Recibo clases particulares y seguro que antes del verano sabré nadar... espero. 
-¿Me toma el pelo?
-No. Ya le digo que soy la que ha encontrado pero tal vez no, la que estaba buscando.
-Bueno ¿su corazón es de sirena?... Confío en que lo sea.
-Por supuesto. Si el suyo es de marinero.
-Lo es.
-¿Y sabe navegar?
-Claro que sí… ¿lo duda?... Cada día en Internet.
-¡Oh, sería tan hermoso no marearme!…

Ángeles Córdoba Tordesillas. ©2014


Pintura hecha con estas gafitas que Dios me ha dado, pidiendo permiso a la sirena, por supuesto.

12 comentarios:

  1. Respuestas
    1. ¡Gracias, Susana! Ya ves, desde esta nube, igual se avistan sirenas que angelitos. Un abrazo, amiga.

      Eliminar
  2. Y a mi que la sirena me parece hermosa, fíjate tu.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y a mí que me parece que la hermosura de las sirenas están siempre en los corazones de los marineros, fíjate tú.
      Gracias.

      Eliminar
    2. Qué bonita observación :)

      Eliminar
    3. Qué breve y bonito comentario, Susana. Gracias.

      Eliminar
  3. Me gusta esa sirena que sabe lo que busca y no va presumiendo de lo que no es, ni de lo que no tiene.
    Una sirena natural y espontánea.
    Cada día te superas un poquito más Ángel.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es una historia sencilla. Marinero conoce sirena, sirena conoce marinero... y navegan.
      Gracias por tu comentario, Arantza. Dicen que las cosas son como son y no como se cuentan... A veces, las cosas son como se cuentan.

      Eliminar
  4. Me encantan las sirenas, querida Ángel. Como todos los seres inasibles, tienen muy mala prensa... Ya sabes, que cantan y vuelven loco a quien las escucha. Y, además, que sólo buscan la perdición de quienes caen en sus redes. Pero a mi me gustan, porque seguramente son rebeldes y eso las hace peligrosas... Y, para mayor desgracia del poder, también cantan. Y es que las canciones no les gustan a los poderosos... Pues me ha encantado...
    Y hay otra sirena que me hiciste recordar; esa que Víctor Manuel cantara:

    "Ay sirena de la mar si mis redes te alcanzaran
    dejarías el coral y vendrías a mi casa.
    Sabes bien que allí nos faltan
    las espumas y las algas,
    si tú quieres lo intentamos
    el amor mueve montañas."

    https://www.youtube.com/watch?v=yS28_ds6McY

    Beso enorme, querida Ángel.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué precioso comentario, Javier!

      No creas todo lo que dicen las leyendas... Hay de todo en la viña del mar. Algunas son inocentes criaturas que solamente buscan compartir su felicidad con aquél marinero que sepa andar como un caballero en tierra firme y navegar con salero en aguas saladas. Sin hacer daño a los oídos de nadie ni atentar contra su salud mental. La de éste diálogo, en concreto, tengo entendido que tampoco sabe cantar... pobriña.

      Preciosa y tentadora propuesta la de la letra de esa canción de un tal asturiano, de apellido.

      Un abrazo grande, para ti, querido amigo. Gracias por participar con tan interesante aportación.

      Eliminar
    2. Es cierto, querida Ángel, eso que mencionas de las leyendas (que no todas son ciertas)... Aunque, bien vista la cosa, casi puedo asegurar que las Leyendas (así, solas y con mayúscula) son ciertas... Son falsas sus primas hermanas de la gran ciudad (tal vez por esos se llaman leyendas urbanas)... Las otras me encantan y, tal vez, algún día me de por irme a vivir a alguna de ellas. Lo de marinero -tal vez porquue me encanta Alberti- sólo lo soy en tierra... Pero, eso sí, soy capitán de un barquito de papel y Ministro de Marina de un pedacito de mar (y que me perdone Benítez Carrasco el plagio).
      Un placer llerte. Beso enorme.

      Eliminar
    3. El placer de leerle es todo mío, señor ministro y capitán. Gracias, de nuevo. Le enviaré un mensaje en una botella con más leyendas...

      Eliminar