-Hola.
-Hola.
-Mire, soy descendiente de El Cid.
-¿El Campeador?
-Ese mismo.
-¿Y en qué puedo ayudarle?
-Quiero reclamar lo que me pueda corresponder por derechos legales.
-¿A qué se refiere, exactamente?
-Al patrimonio por descendiente o lo que sea. No tengo calefacción en invierno…
-¿Y en verano?
-Tampoco.
-Vaya. Pues diríjase al departamento de demandas unificadas de descendientes de grandes personajes históricos y a ver qué pueden hacer por usted.
-Gracias. Allí me acerco ipso facto.
-¿Ha venido a caballo?
-No. ¿Por qué?
-Mujer, por aquello de su ascendencia. Para que lo dejara aparcado fuera, en el ascensor no le permitirían el paso.
-Ah, comprendo. Pues no, he venido en Metro para llegar antes.
.......……………….................................................
-Hola.
-Usted dirá.
-Mire, siendo descendiente de El Cid Campeador y con tantas agallas como él, aquí me tiene a reclamar lo que es mío y, por ende, me pertenece.
-Impresionado me ha. ¿Qué tipo de parentesco le une a tan insigne personaje?
-Directo. Soy tataranieta de la tataranieta de la tataranieta de este señor, más o menos, puede que me equivoque por una generación o dos…
-O sea que El Cid era… su abuelo, para entendernos.
-Por ejemplo.
-Deme sus datos que debo procesarlos…
-Aquí los tiene, pero en cuanto pueda me los devuelve, por favor, por si los necesitara para alguna otra gestión. Con la burocracia ya se sabe...
-No se preocupe. Somos diligentes.
-¿Diligentes o inteligentes?
-Todo lo que termina en gente.
-Me queda claro, son gente, lo comprendo.
-Bien. Pues puede que le corresponda medio Cantar o uno entero si llegara el caso.
-Pues que llegue el caso… ya que he llegado yo…
-De acuerdo, ahora necesito que firme aquí abajo.
-Esto de firmar tanto, me cansa ¿Es menester?
-Pues sí, es que yo cobro por expediente resuelto.
-Entiendo… firmaré sin poner ninguna pega. Todo queremos algo...
-Aquí tiene. ¿Se lo envolvemos o se lo lleva puesto?
-Así mismo me vale. Gracias. Tengo pendiente mis derechos patrimoniales por ser descendiente también, por parte de madre y, a la vez, de Juana I de Castilla y Felipe el Hermoso. Pero eso ya será materia de otra reclamación, tal vez la semana que viene me vuelvan a ver por aquí. Por hoy, ya me conformo con lo que he conseguido y mucho más si me he hecho un amigo. No miro a nadie ¿eh?
-Pues estaremos encantados de atenderla, siendo usted alguien tan ilustre… no le apearemos el trato a tuteo. Siempre le llamaremos de usted.
-Gracias. Me parece bien, a pesar de que soy sencilla, como el resto de la gente; es decir como ustedes.
Y se fue más feliz que Julio Iglesias con su Cantar, pero sin bronceado… ¡Hey!
Ángeles Córdoba Tordesillas © (Basado en un hecho irreal pero en una descendencia real)
Desde luego tu imaginación no tiene límites y es que siempre me haces soltar la carcajada. O varias seguidas, que para estas horas vienen de maravilla, terapia para el cansancio diario.
ResponderEliminarMuy bueno Ángel.
Cuánto nos alegra a nuestras mercedes-mis gafitas y una servidora- que te haya servido como terapia contra el cansancio, Arantza. Muchas gracias por ascender hasta esta nube, aparcada en medio de la fantasía, como ascendiente de quien quiera que lo seas... No preguntaré.
EliminarSuscribo a Arantza Alonso: nos haces reír con tu prodigiosa imaginación. Beso enorme.
ResponderEliminarGracias, Javier. Otro para ti.
EliminarMe ha divertido mucho Ángel, es surrealismo en estado puro, gracioso, original, fresco, y escrito con la soltura que es habitual en ti, manejando los tiempos (y el tiempo), con tu imaginación desbordante. Me ha sacado una amplísima sonrisa que necesitaba a estas horas de la mañana. Un beso.
ResponderEliminarQué bien, Manolo. Una buena sonrisa es la mejor conquista que aspiro a lograr, como auténtica descendiente de El Cid.
EliminarGracias.
La imaginación al poder; y si es con gracia y humor, pues mejor que mejor.
ResponderEliminarGracias, me has arrancado, no una sonrisa, sino una carcajada.
:)
¡Me alegro mucho, Chema! Ése es, precisamente, el propósito de estos relatos disparatados.
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