otoño tras otoño,
sobre esta tierra amada.
Sometida a las circunstancias externas,
a merced de vientos y tormentas,
expuesta a los rayos del sol
o al frío extremo
aquí sigo,
celebrando los cambios de estación
a pesar de mis quimeras.
Soy árbol de hoja caduca.
Cuando amarilleen y caigan, todas ellas,
volveré a engendrar,
con apariencia de hojas,
en mis múltiples ramas;
ilusiones, motivaciones, creaciones,
que las adornen,
para otras bellas primaveras.
Porque la savia, perenne,
late en el centro de mi ser.
Hasta que en algún futuro otoño
mi tronco también decida agostarse y caer.
Soy árbol de hoja caduca, y mortal,
y aún enamorada de la propia vida,
extasiada cada día por su presencia
dentro y fuera de mí,
no reniego de mi naturaleza efímera.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Fotopintura hecha con estas gafitas que Dios me ha dado. |
Es una maravilla el poema, nada efímero, para tenerlo, para reposarlo, para sentirlo, para adivinar su hermosa desnudez. Besos.
ResponderEliminarGracias, Manolo. Poema del autorretrato del árbol que suscribe.
EliminarQue buena exposicion tanto de pintura como de poema
ResponderEliminarUnos cuantos versos enlazados con las ramas de ese árbol... efímero. Nada más. Y la pintura sobre la fotografía, un experimento por no tener los medios adecuados a mi alcance.
EliminarGracias, Celia.