Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

7 oct 2015

SOY ÁRBOL

Soy un árbol afianzado,
otoño tras otoño,
sobre esta tierra amada.

Sometida a las circunstancias externas,
a merced de vientos y tormentas,
expuesta a los rayos del sol
o al frío extremo
aquí sigo,
celebrando los cambios de estación
a pesar de mis quimeras.

Soy árbol de hoja caduca.
Cuando amarilleen y caigan, todas ellas,
volveré a engendrar,
con apariencia de hojas,
en mis múltiples ramas;
ilusiones, motivaciones, creaciones,
que las adornen,
para otras bellas primaveras.

Porque la savia, perenne,
late en el centro de mi ser.

Hasta que en algún futuro otoño
mi tronco también decida agostarse y caer.

Soy árbol de hoja caduca, y mortal,
y aún enamorada de la propia vida,
extasiada cada día por su presencia
dentro y fuera de mí,
no reniego de mi naturaleza efímera.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Fotopintura hecha con estas gafitas que Dios me ha dado.

4 comentarios:

  1. Es una maravilla el poema, nada efímero, para tenerlo, para reposarlo, para sentirlo, para adivinar su hermosa desnudez. Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Manolo. Poema del autorretrato del árbol que suscribe.

      Eliminar
  2. Que buena exposicion tanto de pintura como de poema

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Unos cuantos versos enlazados con las ramas de ese árbol... efímero. Nada más. Y la pintura sobre la fotografía, un experimento por no tener los medios adecuados a mi alcance.
      Gracias, Celia.

      Eliminar