-Mami, esta chica que te digo, me está haciendo bullying.
Así, en inglés y de forma espontánea.
-Lástima. Podía haberle dado por el footing… ¿Te tira
también de las orejas, fuera de tu cumpleaños?
-Sí, así es. ¿Cómo lo sabes, aunque seas madre y soltera en
la vida?... ¿Has colocado una cámara en el patio del instituto o qué?
-Sí. He puesto cámaras de cine en acción, en los siete picos
de ese patio parecido al de las cárceles, de película de Tosar de la Celda 211. Y me voy a hacer
una pandereta con ese trasero de sinvergüenza redomada que usa los días
lectivos para levantarse del sofá de su casa e ir a hacerte la puñeta
bullynguera, mientras tú sacas con creces todas las asignaturas por donde se
dejan, hincando los codos sin quejas ni cantes jondos.
-Me gusta estudiar y estoy en pleno uso de mis facultades mentales para ello, pero cuando me insulta o me zumba, me siento como una marciana inepta y me cuesta concentrarme.
-Normal. Cuidado con ella, por si acaso, en cuanto suene el timbre, te
vienes. Ese muchacha no santa, es agresiva de perfil… La he encontrado en
facebook y le gusta atizar de lo lindo.
-¿Y de frente?
-No, de frente no, por su cobardía, ni tampoco a las de su estatura. No voy a
consentir que te vuelva a poner encima ni una cinta de terciopelo dorada, a pesar
de que te sentaría muy bien porque eres toda un ángel, vida mía.
-Gracias mami. Me siento protegida. No comprendo cómo no te
has metido a guardia jurado. Cuando sea mayor de edad, te
regalaré una caja de bombones finos, rellenos de crema de arándanos, te doy mi
palabra de púber, para que no se te acabe nunca esta dulzura que tienes por los
cuatro rincones de tu alma.
-Te lo agradezco como si fuera tu madre, que lo soy. Ahora a
descansar, hija. No tengas pesadillas y duerme tranquila que mañana esperemos
que sigas viva, después de clase, y podamos celebrarlo. Lo de la caja de
bombones ya lo hablaremos, no es necesario, engordan sin remedio y el mejor bombón que tengo eres
tú y puedes darte por aludida. Recuérdalo siempre.
-Te quiero, mami.
-Te quiero, hija.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Lo explicas como nadie, de forma brillante, con ese lenguaje tan tuyo y tan cercano, casi familiar. El problema del bullying es enorme, se produce más de lo que pueda parecernos. Los acosadores son, a mi parecer, pobres de espíritu. Un beso.
ResponderEliminarIntento narrar con humor uno de los muchos casos posibles que, a pesar de que sólo sea fruto de mi imaginación por desgracia no esté tan lejos de la realidad diaria que viven muchos chicos. Es mi manera de recordarnos que sería conveniente tomar conciencia de este problema que parece estar tan "de moda", para que deje de estarlo.
EliminarMuchas gracias, Manolo. Otro beso para ti.
El bullying no sólo se da entre los jóvenes en colegios o institutos.
ResponderEliminarEn las empresas, en adultos hechos y derechos, también es una práctica cada día más habitual, por desgracia.
Demasiada envidia, demasiada competencia, ganas de destacar a costa de lo que sea.... un problema y muy grande.
Lo sé, Arantza, en cada lugar en el "convivan" a diario un grupo de personas y haya algo que demostrar o lograr, aparecen los complejos recurrentes de alguien o algunos que intentan "empequeñecer" y acorralar a quien ven más débil pero con mayor capacidad para destacar de una u otra manera.
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