“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a
Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.
Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.
Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.
Que original, fresco y divertido diálogo; que parte de una bien ganada desconfianza por el habitual mangoneo, con el que por otra parte ya cuentas y te lo cobran de antemano. Muy gracioso Ángel.
ResponderEliminarBuenísimo tu comentario, Manolo. Espero que ese habitual mangoneo, como tú lo has llamado deje de ser, al menos, algo habitual y así no tengan que cobrárnoslo a los que no tenemos el hábito de tan curiosa actividad.
EliminarEse mangoneo es un quiste histórico y endémico. ¿Cuántos españoles no se han llevado de su lugar de trabajo folios en blanco, gomas de borrar, lápices, bolígrafos y cualquier material de lo que se definía coloquialmente como "pan de empresa"?
ResponderEliminarDe eso a unos miles o millones de euros, sólo separa el puesto que se ocupe. Como se dice en la famosa anécdota de la puritana señora que, en charla de salón, llegó a aceptar que aceptaría acostarse con un desconocido por una elevada cifra: "Ya tenemos a la puta, ahora sólo falta el que ponga el dinero".
Te diré, y no porque estemos dentro de mi nube; igual lo haría fuera de ella, que nunca he sustraído nada de eso que se definía como "pan de empresa". Puede ser porque siempre trabajé en pymes y obviamente era muy consciente de que ese "pan" era, en muchos casos, era un gasto más que suponía un gran esfuerzo para la empresa. Fui una empleada respetuosa y considerada. Además tuve la suerte de que siempre me dieron la confianza de darme la llave de la oficina y de la caja "chica"... Si me dan confianza devuelvo honestidad. Eso sí, abuelas ya no tengo... hace tiempo. Una lástima.
EliminarGracias por tu divertido comentario, Francisco.