Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

9 ene 2015

EN EL AVIÓN

-Por favor, azafata, parece que tengo algo de sueño, a ver si podría traerme una mantita para taparme un poco, por si me quedo dormida.
-¿Una manta?
-Sí, una de esas mantitas, como las que la gente roba, para echármela por encima.
-Bueno... pero las mantas no son para robarlas.
-Noooo, por supuesto que no, pero para que nos entendamos… para que usted sepa, exactamente, al tipo de manta que me refiero.
-Hummm… Ahora le traigo una.
-Gracias.
-Pero luego, cuando despierte, volveré a buscarla.
-¡¿A mí?!
-No. La manta.
-¡Faltaría más! Aquí estaremos las dos, tranquilamente, esperándola.


Ángel C.T. ©2014

4 comentarios:

  1. Que original, fresco y divertido diálogo; que parte de una bien ganada desconfianza por el habitual mangoneo, con el que por otra parte ya cuentas y te lo cobran de antemano. Muy gracioso Ángel.

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    1. Buenísimo tu comentario, Manolo. Espero que ese habitual mangoneo, como tú lo has llamado deje de ser, al menos, algo habitual y así no tengan que cobrárnoslo a los que no tenemos el hábito de tan curiosa actividad.

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  2. Ese mangoneo es un quiste histórico y endémico. ¿Cuántos españoles no se han llevado de su lugar de trabajo folios en blanco, gomas de borrar, lápices, bolígrafos y cualquier material de lo que se definía coloquialmente como "pan de empresa"?
    De eso a unos miles o millones de euros, sólo separa el puesto que se ocupe. Como se dice en la famosa anécdota de la puritana señora que, en charla de salón, llegó a aceptar que aceptaría acostarse con un desconocido por una elevada cifra: "Ya tenemos a la puta, ahora sólo falta el que ponga el dinero".

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    1. Te diré, y no porque estemos dentro de mi nube; igual lo haría fuera de ella, que nunca he sustraído nada de eso que se definía como "pan de empresa". Puede ser porque siempre trabajé en pymes y obviamente era muy consciente de que ese "pan" era, en muchos casos, era un gasto más que suponía un gran esfuerzo para la empresa. Fui una empleada respetuosa y considerada. Además tuve la suerte de que siempre me dieron la confianza de darme la llave de la oficina y de la caja "chica"... Si me dan confianza devuelvo honestidad. Eso sí, abuelas ya no tengo... hace tiempo. Una lástima.
      Gracias por tu divertido comentario, Francisco.

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