Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

11 dic 2014

AVENTURA DE OTOÑO

Con amplitud de tiempo y decoro, allí aparecieron varios, amontonados, pescaditos para apostar por un presagio amoroso. Por culpa de una larga cola en una pescadería, Ramón y Amancia, se conocieron. 

El flechazo no fue inmediato. Primero hubieron de pedir sus respectivos pescados para cocinarlos. Él a la marinera, merluza fresca, para una invitación a una cena de amigos y ella en salsa verde, con almejas y guisantes, la misma fresquita merluza. “¡A la rica merluza oiga!”… Les unió el destino por unas rodajas de pescado fresco.

Pero mucho más conmovedor que ese encuentro, tal vez no fortuito sino bien procesado por el ordenador del tiempo, fue el que concibieran grandes vistas a un futuro soleado, con el mar ante sus ojos y todo el pescado del mundo esperándolos… ¡Tan romántico ese idilio!

Comenzaron a cortar y coser cortinas para un feliz dormitorio estampado. Cojines de figurillas angelicales e hilo musical por toda la casa. En el salón ante los grandes ventanales un aroma de nardo, que destilaba perfume a limpio y energía renovada por aquellos rincones, de ese preciso momento soñado.
-Mira qué virguería he comprado hoy, Ramón.
-¿Qué es eso?
-Para hacer polos de frambuesa…
-Hummm. Pues hazlos… ya me están entrando ganas. Soy antojadizo sin embarazo y resulta que tú me vienes con fruslerías de las finas e irresistibles ¡Cuánto te quiero y cuánto nos compenetramos, mon amour!
-Veremos… puede que para postre. Según te portes… Y no me hables en francés, mas que en la cama, que me acostumbro.

Y se portó bien. Fue varias veces de la cocina al dormitorio y viceversa, por miedo a perderse tampoco se portó más lejos, hasta que le importó las bases de una incondicional pizza de cuatro estaciones, con pepperoni, pedida a domicilio. Después esos polos… ni de ensueño. Estaban mejor que bien. ¡Anda que no!

Todo se les hacía como en una película de amor, y ella, Amancia, resultó en estado de buena esperanza… de algún vástago que habría de nacer para la Nochebuena del Señor, supusieron, que no se opusieron, ya se habían puesto mucho a ello.

La historia sucedió en un otoño cualquiera, dentro de este siglo, por supuesto. Comenzó  con la caída de la hoja y con la subida del precio del pescado. y duró hasta el otoño de sus vidas. Porque el invierno, llegó antes de tiempo para los dos.
-Oye, Ramón…
-Dime mujer…
-Ahora que yo recuerdo… No es por nada, verás… pero, aquél día en la pescadería del mercado del barrio…
-Suéltalo ya, a ver si te va a envenenar…
-¿Tú no te colaste?
-¿Cómo dices?
-Sí. Lo que has oído. No te hagas el sordo que algunas veces te viene esto muy bien para no escuchar las verdades.
-¿Qué verdades?... ¿Pero de qué hablas?
-De verdades, que no de necedades.
-¿Y de Mocedades?
-Tampoco… Ahora no te hagas el tonto. Tú no pediste la vez, y creo recordar que llegaste después de mí... Me pregunto porqué…
-Es cierto. Me colé. Pero porque la cola era más larga que la de una pescadilla que se muerde la ídem, y tenía cierta prisa. Nunca he sido tan rápido como tú, preparando el pescado ni las cenas de invitados.
-Me lo temía. Pero entonces, tú no me conocías… aún no sabías la prisa que yo me daba.
-Pero lo imaginé nada más verte la cara, tus bíceps “pescaderiles” y esa hechura de espalda que tienes, a lo Robinson Crusoe.
-Ya. Ahora alábame… No sabes tú nada. ¡Qué engañada he estado contigo, alma mía!
-Por dios bendito, Amancia… Todo iba tan bien entre nosotros… Y ya hemos pagado el chalet… ¿No me digas que este relato va a terminar en divorcio a la americana, que se titula “Aventura de otoño” y yo le predecía un final feliz?
-Bien. Para que tus sueños se hagan realidad, una vez más, dejémoslo estar. Tenemos cuatro hijos, seis nietos a los que les gusta andar descalzos, dos perros, tres gatos, una banda de música, un puesto de pescado fresco ambulante… y aún nos queremos. Aprenderé a perdonar. Puede que algún libro de crecimiento personal me ayude. Seguiremos juntos y así terminaremos hasta el fin de nuestros días; no sé si en alguna residencia o vendrá a cuidarnos alguien del Ayuntamiento, pero por favor, eso sí te pido, una vez y nada más, que nunca te he pedido nada, ¡no se te ocurra volver a colarte en ningún sitio! No te hablo más o vamos al notario para hacer separación de bienes. Tú por tu lado y yo por el mío.
-Amancia, querida…te amo.
-Yo también a ti, Ramón. Hoy limpias tú el pescado.
-Con mucho gusto, corazón. Me encanta cómo se refleja la luz del sol en tu pelo… y ese brillo que te da la edad en tus mejillas regordetas y juguetonas, como de no pasar hambre. Mientras languidecen las hojas y caen a merced de este viento otoñal…
-Cómo sabes tocarme las teclas, Ramón, tan delicado que eres a veces, no puedo resistirme.

Ambos desaparecieron de escena… que, a ciencia cierta no puedo precisar cuál era, porque se mueven tanto… Pero en algún lugar de ese hogar construido a base de amor, pescado fresco del Atlántico Norte y lo que venga…

Les auguro muchos años de convivencia pacífica, casi todo el rato.
  
Ángeles Córdoba Tordesillas ©2014


Acuarelita pintada con estas gafitas que Dios me ha dado.

16 comentarios:

  1. Por favor, no me crees el problema de preguntarme cuál de tus geniales locuras me gusta más. Me ha encantado esta historia de amor fresco que has pescado en las aguas de tu imaginación.

    La acuarelita sería un precioso diseño de estampado de telas. Buenísima.

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    1. No te pondré en ese trance, Francisco.
      Me da lo mismo comer el pescado con tenedor,que el tenedor con pescado.
      Gracias por disfrutar de lo que escribimos desde la imaginación de estas aguas...

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  2. Que historia de amor, tan divertida y conmovedora a la vez. Es increible tu enorme capacidad para relatar estas pequeñas historias que nos emocionan y nos alegran la vida. Gracias corazón.

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    1. ¡Qué satisfacción más grande el conseguir alegraros la vida, aunque sea un poquito nada más!...
      Muchas gracias, Manolo, con tanto halago, me voy a acostumbrar mal, como le pasa a Amancia, cuando le hablan en francés.

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  3. ¡¡¡ Jajajajja !!! que historia más buena, que talento para hacer historias con diálogos de lo más divertidos. Es una MARAVILLA. Felicidades de nuevo.

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    1. Qué bien que te haya divertido, Sergi. Muchas gracias por esa felicitación. Me anima a seguir escribiendo y con más entusiasmo si cabe.

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  4. Fátima Reyes García13 de diciembre de 2014, 0:14

    Ángel,de verdad que me maravillas,éste relato tiene hasta modulación de ritmo...¡me encanta!

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    1. Modulación de ritmo... vaya, vaya... Eso aún no me lo había comentado nadie. Gracias Fátima.

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  5. Fátima Reyes García13 de diciembre de 2014, 1:02

    Siempre hay una primera vez...;)

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    1. Por supuesto, Fátima. Y en este caso, ojalá esta primera vez... traiga mucha cola.
      Un besito y gracias.

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  6. Jajajaja.....ya no sé con qué más historias puedes sorprenderme.....o mejor dicho, mira que no dejas de sorprenderme!! Qué bien me lo paso, Angel...gracias!
    Un beso

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    1. Pues si supieras lo bien que me lo paso yo, leyendo vuestros comentarios. Siempre amables y cariñosos.
      Espero seguir sorprendiéndoos.
      Gracias, Susana.

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  7. Listo este Ramón....consiguió colarse en la pescadería y conquistar a Amancia, así que mató dos pájaros, con su correspondiente cola, de un tiro.
    Divertidísimo Angel!!!

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    1. ¡Hola, hola, pajarito sin cola! Muchas gracias, Arantza, por esa frescura, de pescado, con la que dices las cosas.

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