CAPÍTULO CUARTO
En ese instante, se abre la puerta desde afuera y aparece el “crucigramero” a complicar las cosas, dado que la facilidad de palabra no era la mayor cualidad del futuro padre…
-Doctor… mañana será otro día.
-¿Ya se va?
-Mi horario de fingimiento es hasta las tres. Por favor, hágase cargo…
-Perdone, pero yo no puedo hacerme cargo de su trabajo, tengo el mío. ¿No ve que en estos momentos estoy aquí, pasando consulta a esta paciente, felizmente, en estado de aturdida esperanza?
-Me refiero a que se haga usted cargo de mi situación. Son las 3 y un minuto. Hace un minuto que soy yo mismo.
-Bien. Váyase, me apañaré solo para cerrar. Hoy comeré condimentos y algo de membrillo, que me he traído, sin pan. No tengo prisa. Vaya y aproveche su tiempo de realidad virtuosa. Venga, vaya Leandro.
-Gracias, doctor. Nos vemos mañana. Soñaré con usted.
-Y yo con usted… y con su madre, a la que estimaba bien. En la victoria esté, en la gloria o cómo quiera que le llamen y donde quiera que se esté más a gusto…
Una vez hubo salido Leandro, el Dr. Gerundio se dirigió de nuevo a sus consultantes:
-Disculpen esta interrupción… Le tiraría de los pelos, de los tres que tiene. Ya ven... ha entrado de sopetón, sin permiso ni perdón (perdón por la rima) Pero es que luego me dice estas cositas ¿y qué quieren? uno se ablanda… inevitablemente, tal que un garbanzo a remojo durante horas y horas. Voy teniendo una edad que… la vulnerabilidad a flor de piel, aunque esté algo reseca y arrugada. Es que, el hombre, fue funcionario del Estado y desde hace 7 años trabaja conmigo en el sector privé. Dimitió, por ciertas irregularidades que cometió relacionadas con el vil metal, no puedo decir más, por cuestiones de confidencialidad obligada. Pero sufre de escepticismo patológico -síndrome del ex-funcionario-, y aún no ha asumido su cambio laboral. Ya ven… sigue pensando y comportándose como un funcionario más. De hecho, su horario es hasta las 5 pero a las 3, ya se me está escapando. A partir de las 6, los lunes y miércoles, le tengo como paciente,en mi faceta psiquiátrica, aunque igual de impaciente. Prosigan, por favor. O mejor dicho, arranque de una vez, estoy atento a su petición y tan en vilo que no cavilo.
-Pues debo empezar, porque sinceramente le digo que me he perdido completamente.-Apuntó Lui.
-¿No te lo decía yo?... Si tú eres mucho de perderte… por eso lo del accidente aquél día en que nos conocimos… Ibas perdido de alcohol y mujeres… Y no pudiste frenar a tiempo. Nuestro amor, desde ese día, ha sido pura aceleración.-Reprochó Elle.
-Y dale temita…-Protestó Lui.
-Pues empiece hombre, no hay problema. Ya le digo que hoy como especias; pimienta y otras delicatessen.
-Por cierto, decirle que sabemos que es usted una eminencia "en lo suyo".
-Pues les agradezco este cumplido a mi merecido prestigio. Así es. Soy una eminencia en lo mío: Mi casa, mi coche, mi familia… e incluso mi trabajo. Y ahora pueden hablar claro, de una vez por todas. Sin protocolos… estamos para lo que estamos.
-Por eso decidimos, de común acuerdo, poner este asunto en sus manos… el del “bombo”, me refiero.
-Bueno…será metafóricamente hablando, imagino… ¿No soy el padre biológico… supongo? No me malinterprete señora, es usted preciosa, pero lo dudo debido a mi falta de tiempo. Todavía no he aprendido a estar en más de tres sitios a la vez. En fin… ¿No habrán venido a pedirme una manutención para la criatura?
-No, por supuesto. El padre soy yo. De eso no hay duda.
-Entonces… no de más rodeos… que no estamos en el Oeste americano, caballero.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
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Acuarelita rápida del Dr. Gerundio, hecha con estas gafitas que Dios me ha dad |
Delirante e hilarante.
ResponderEliminarAgradezco tu comentario, Francisco. Me alegra que esa haya sido tu impresión.
EliminarMe encanta este D.Gerundio,lo quiero pa'médico de cabecera...jajja...¿pero se deciden o no?.
ResponderEliminarBueno... tendrá que ser para dentro de siete años Fátima porque, como habrás podido leer, el relato está basado en hechos futuros (exactamente en el año 2021) pero si estás interesada, ve haciendo la solicitud del cambio de médico que puede que más tarde es asunto esté compliqué... Gracias por tu interés y seguimiento, amiga.
EliminarUn placer para mi seguirte...jijjiji
ResponderEliminarUn placer que me sigas... que nos sigas, Fátima.
EliminarEs divertidísimo Ángel, con la misma frescura de siempre, ya lo he leído dos veces y sigo partiéndome de risa, y muy actual porque incluso pulula con mucha gracia el tema de la corrupción. Don Gerundio quiere recordarme a Tip.
ResponderEliminarMe alegra que lo hayas pasado bien leyendo este disparatado capítulo, Manolo.
EliminarVaya, no eres el primero que me compara con Tip, ni más ni menos, ese grande del humor de nuestro país. Todo un honor para mí parecerme a él, salvo en el aspecto físico... en esto prefiero parecerme a mí. Gracias.
Siii claro, Tip era un genio del humor, pero feotón el hombre, y tu eres hermosa. El tipo de humor está en la línea de Tip y Coll.
ResponderEliminarLo capté, Manolo. Aún así, muchas gracias por la aclaración. Es un honor, repito, que mis relatos te evoquen el recuerdo de esos brillantes autores cuyos, aparentemente absurdos diálogos, encerraban una gran genialidad.
EliminarMi intención no es la de parecerme a nadie en el aspecto literario, puesto que cada uno somos seres únicos y plasmamos la realidad a nuestra singular manera, pero entiendo que la comparación es inevitable. Y de ser comparada qué mejor que con estos talentos.
Un abrazo, Manolo.
Por fin puedo retomar esta saga que dejé interrumpida hace ya ni se sabe. Me ha encantado el Dr. Gerundio y el diålogo de besugos que se crea en la consulta...voy rapidamente a por el cinco y el seis! Un abrazo, Angel
ResponderEliminarQué bien que hayas decidido seguir caminando por esta serie de relatos, en donde el tal Dr. Gerundio, pasa consulta, cuando le viene en gana. Un saludo Susana.
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