“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a
Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.
Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.
Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.
Real como la vida misma.
ResponderEliminarComo los humanos mismos...
EliminarGracias, Francisco.
Es hermosa y surrealista la historia. A mi los gatos me encantan, tuve una gata. Son animales muy inteligentes, independientes y comparten territorio contigo. Se hacen entrañables y cuando mueren, al menos cuando murió mi gata y aunque no me tocó indentificar su cadáver, derramé muchas lágrimas. Me encanta como siemrpe.
ResponderEliminarGracias Manolo, por compartir esa historia y dejarla aquí en este depósito de alegrías y penas, en forma de nube electrónica.
EliminarHe visto un lindo gatito en la morgue. Era Segismundo, pobre.
ResponderEliminarAsí es, Manolo. Un lindo gatito... y todo estiradito.
EliminarGracias por avisar. Permaneceré atenta a ese felino, ya ausente.
Y luego dirán algunos miserables que es lo mismo gato que liebre... O CONEJO
ResponderEliminarQué buen comentario, Javier. Muchas gracias.
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