Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

8 feb 2015

DOÑA ENVIDIA

Doña Envidia hoy no tiene un buen día.
Hace buenas migas con Doña Soberbia y Doña Avaricia.
Las tres están muy ocupadas. Sin embargo, siempre encontrarán un momento para reunirse a criticarte.
Doña envidia se maquilla nada más despertarse para ocultar su fealdad. Pero no importa cuántas capas de crema y cosméticos se eche por encima, seguirá siendo fea.
Y va al salón de belleza y sigue siendo fea, y se hace la cirugía estética y sigue siendo fea… y acude al gimnasio y se hace la depilación láser y sólo mejora su aspecto externo.
Y tú bailas y ella baila. Y tú saltas y ella lo intenta también. Y te ríes y ella te imita aunque su risa no suene feliz.
No puede ser feliz porque para serlo uno tiene que tener espacio dentro para colocar esa felicidad. Y ella tiene todo su espacio ocupado, porque está rellena de amargura.
Y quiere hacer lo que tú hagas. Sigue tus pasos de cerca y tú piensas:
"Si tanto me desprecia, ¿por qué me persigue?, si tanto sufre ¿por qué camina detrás como mi sombra?" Pero éste es su leitmotiv.
Qué pena… porque se pierde la satisfacción que produce el bienestar de otro, la belleza de otro, la creatividad de otro, el triunfo de los demás.
Siempre digo que el éxito de uno es el éxito del equipo. Para quién se considere estar dentro de ese equipo de triunfadores o de aspirantes a triunfar, por supuesto. Si lo ves desde fuera, entonces no lo sentirás ni lo podrás celebrar como un éxito propio.
Decía que, Doña envidia, hoy no tiene un buen día. Aunque en realidad, y tristemente, nunca lo tiene.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©

Retrato de Doña Envidia, hecho con estas gafitas que Dios me ha dado.

4 comentarios:

  1. Buenísima reflexión y fantástico retrato, en el que ha salido demasiado favorecida la Doña...

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    1. Gracias por tu opinión, Francisco. Puede ser que haya salido algo favorecida. He querido ser generosa con ella, a ver si así se ablanda un poco y aprende a desear lo mejor a los demás.

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  2. Fátima Reyes García11 de febrero de 2015, 19:48

    Mal día será ese que la doña tenga un buen dia, la envidia sólo puede generar malestar, y como bien dices, se pierde la alegría de compartir sentimientos bellísimos, estoy de acuerdo con Fran en que has sido magnánima con elle en tu retrato, quizás por que no puedes evitar que doña generosidad, viva en ti.

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    1. Qué bonito comentario, Fátima. Doña generosidad vive feliz dentro de cada uno de nosotros. Se trata de permitirle que sea la anfitriona de nuestro hogar, dulce hogar.
      Gracias, amiga. Sigamos compartiendo, como tan bien expresas, sentiemientos bellísimos.

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