-¡Silencio… se rueda!
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-No me enredes.-Le dijo un pelo femenino a otro masculino.
-No te preocupes… no soy de aventuras fáciles. Cuando me
comprometo, me compro un metro.-Advirtió el otro. Quedándose más largo que
ancho.
-Pues yo una laca-motora, y a correr, no te digo… o una
peluca protectora.
-Vaya corte que me has dado... y eso no se lo consiento a nadie. Nada favorecedor, por otra parte. No te pases conmigo ni un pelo, te lo advierto.
-¡Anda ahí que te ondulen!
-Y a ti que te cepillen.
Y el uno al otro, enfurecidos, se mesaron los cabellos a troche y mechas.
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-¡Corten!... Bien… ahora la toma blanda.-Ordenó la directora.
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Y ambos cabellos se tomaron del pelo y se envellesaron:
-Siempre nos quedará algún rulo por compartir…-Dijo el masculino.
-O alguna horquilla ajustada…-añadió el femenino, envellesada todavía…
-Me gustan tus reflejos, te lo digo como lo siento.
-Gracias por el cumplido.
-¡Mi cabello de ángel... eres en mi vida, como un baño de color! Y no te rubo-rices que te veo.
-Pues tú, el cabello más cabelleroso que he conocido hasta hoy. Quiero una relación contigo...permanente.
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Un pelín más tarde:
-Se me ha puesto el pelo de punta, con la última escena- Confesó
la directora al guionista, al terminar de rodarla.
-Es que está muy lograda. Realismo puro. Vamos, te invito a
un café… para celebrarlo. Mi pelo va detrás del tuyo… desde hace días. ¿No te habías
dado cuenta?
-Para nada… ¡Qué vello es vivir!
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