Observando con fruición, la naturaleza, en general y a los
insectos y otros "animales salvajes", en particular, puedo afirmar rotundamente y
sin temor a equivocarme que:
Los escarabajos, además de tener mucho desparpajo porque
rima, son persuasivos y evasivos. Por mucho que les interrogues no te responden
ni a una pregunta sobre el tiempo.
Los gusanos, valientes, obstinados y cariñosos. Seguro que
esto te sorprende pero es muy cierto. Lo he comprobado personalmente.
Los mosquitos tormentosos y depresivos, qué vamos a hacerle,
carajo.
Las lagartijas huidizas, ya sé que no aporto novedad, en
este punto. Pero según mi criterio psicológico se debe a algún trauma de tipo
extraoficial.
Las cigüeñas tranquilas… a veces, hasta rozan la
holgazanería. Siempre se justifican con eso de que están recogiendo minucias,
acá y allá, para construir los nidos. El caso es que mirarlas produce
serenidad, entonces se les perdona todo. Y luego, como tienen esa gracia
volando…
Las hormigas, por el contrario demasiado hacendosas.
Organizadas, impetuosas, con gran confianza en sí mismas y muy voluntariosas.
Como se les meta entre antena y antena que se cargan a la espalda un
elefante, no te apuestes nada con ellas que lo pierdes.
Las abejas observadoras, curiosas y grandes investigadoras.
No necesitan licenciatura de ningún tipo para doctorarse en ciencias de la
naturaleza. Ellas están al tanto de todo lo que ocurre alrededor. No se les
escapa detalle. Intuitivas y psíquicas. Si estás tranquilo ni te pican.
Me gustan las culebrillas, porque son enigmáticas y
desobedientes. Como les aconsejes que vayan para la derecha, se van en la dirección
opuesta. Aunque, la verdad, qué más te da hacia dónde quieran reptar... si te pasa una por delante, no la vas a volver a ver en tu vida. Huy, me
salí del tema… la cosa va de insectos hoy.
Las mariquitas, coquetas y ciertamente imprudentes. Tienen
exceso de autoestima, según mi criterio. Todo lo que a ellas les sobra les
falta a los patitos. Tal vez sea porque conocedores de la belleza de los
cisnes, los pobres no levantan cabeza –ay, que me salgo otra vez del mundo
insectos-.
Pero para cabeza baja, la del que la mete bajo tierra: El
avestruz. Así, como jugando al escondite (como hacía mi hijo de pequeño; se
ocultaba medio cuerpo tras el sofá y como él no me veía, creía que yo no le
veía a él y se partía de risa). Éste es el ave más grande y pesado del mundo. Desde una aproximación taxonómica, los
avestruces pertenecen al orden de los Struthioniformes; sencillo nombre para
recordar. También puedes decirles ratites, para no complicarte tanto la vida
pero vamos, ni te molestes, que de ninguna manera van a venir a ver para qué les has llamado.
Pero hablaba de insectos… -ya me he ido por la tangente de
nuevo- como las moscas, esas aventureras de mierda, literalmente, perdón pero no
es cosa mía, a las que les gusta tanto dar la barrila. Que parece ser el insecto al que menos delito tiene liquidar. Qué injusticia, qué crueldad... cuando escucho eso de "no ha matado ni una mosca" es que me sublevo, oye... de verdad.
Por hoy, dejo esto aquí. Ahora estoy apaciblemente en el
salón de mi casa y que yo sea consciente
solo hay microorganismos rondando la estancia, -aparte de una servidora, claro,
pero no soy tan microscópica- Y a estos todavía no les he podido estudiar… quizá
por el tamaño.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Interesante y acertado estudio amiga mía, he recordado una charla telefónica en la que llamaste mi atención sobre un documental en la 2, en el que ambas observamos con placer las vicisitudes de un escarabajo, empeñado en subir un montículo de arena,¿te acuerdas? Jijjijij
ResponderEliminarMe acuerdo, Fátima. Es que la vida de los bichitos vista de cerca es verdaderamente fascinante. Gracias por traerme a la memoria aquella imagen que me ha sacado una sonrisa. Un abrazo, amiga.
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