Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

25 feb 2015

LA NATURALEZA

Observando con fruición, la naturaleza, en general y a los insectos y otros "animales salvajes", en particular, puedo afirmar rotundamente y sin temor a equivocarme que:

Los escarabajos, además de tener mucho desparpajo porque rima, son persuasivos y evasivos. Por mucho que les interrogues no te responden ni a una pregunta sobre el tiempo.

Los gusanos, valientes, obstinados y cariñosos. Seguro que esto te sorprende pero es muy cierto. Lo he comprobado personalmente.

Los mosquitos tormentosos y depresivos, qué vamos a hacerle, carajo.

Las lagartijas huidizas, ya sé que no aporto novedad, en este punto. Pero según mi criterio psicológico se debe a algún trauma de tipo extraoficial.

Las cigüeñas tranquilas… a veces, hasta rozan la holgazanería. Siempre se justifican con eso de que están recogiendo minucias, acá y allá, para construir los nidos. El caso es que mirarlas produce serenidad, entonces se les perdona todo. Y luego, como tienen esa gracia volando…

Las hormigas, por el contrario demasiado hacendosas. Organizadas, impetuosas, con gran confianza en sí mismas y muy voluntariosas. Como se les meta entre antena y antena que se cargan a la espalda  un elefante, no te apuestes nada con ellas que lo pierdes.

Las abejas observadoras, curiosas y grandes investigadoras. No necesitan licenciatura de ningún tipo para doctorarse en ciencias de la naturaleza. Ellas están al tanto de todo lo que ocurre alrededor. No se les escapa detalle. Intuitivas y psíquicas. Si estás tranquilo ni te pican. 

Me gustan las culebrillas, porque son enigmáticas y desobedientes. Como les aconsejes que vayan para la derecha, se van en la dirección opuesta. Aunque, la verdad, qué más te da hacia dónde quieran reptar... si te pasa una por delante, no la vas a volver a ver en tu vida. Huy, me salí del tema… la cosa va de insectos hoy.

Las mariquitas, coquetas y ciertamente imprudentes. Tienen exceso de autoestima, según mi criterio. Todo lo que a ellas les sobra les falta a los patitos. Tal vez sea porque conocedores de la belleza de los cisnes, los pobres no levantan cabeza –ay, que me salgo otra vez del mundo insectos-.

Pero para cabeza baja, la del que la mete bajo tierra: El avestruz. Así, como jugando al escondite (como hacía mi hijo de pequeño; se ocultaba medio cuerpo tras el sofá y como él no me veía, creía que yo no le veía a él y se partía de risa). Éste es el ave más grande y pesado del mundo. Desde una aproximación taxonómica, los avestruces pertenecen al orden de los Struthioniformes; sencillo nombre para recordar. También puedes decirles ratites, para no complicarte tanto la vida pero vamos, ni te molestes, que de ninguna manera van a venir a ver para qué les has llamado. 

Pero hablaba de insectos… -ya me he ido por la tangente de nuevo- como las moscas, esas aventureras de mierda, literalmente, perdón pero no es cosa mía, a las que les gusta tanto dar la barrila. Que parece ser el insecto al que menos delito tiene liquidar. Qué injusticia, qué crueldad... cuando escucho eso de "no ha matado ni una mosca" es que me sublevo, oye... de verdad. 

Por hoy, dejo esto aquí. Ahora estoy apaciblemente en el salón de mi casa y que  yo sea consciente solo hay microorganismos rondando la estancia, -aparte de una servidora, claro, pero no soy tan microscópica- Y a estos todavía no les he podido estudiar… quizá por el tamaño.

Ángeles Córdoba Tordesillas © 

2 comentarios:

  1. Fátima Reyes Garcia28 de febrero de 2015, 14:16

    Interesante y acertado estudio amiga mía, he recordado una charla telefónica en la que llamaste mi atención sobre un documental en la 2, en el que ambas observamos con placer las vicisitudes de un escarabajo, empeñado en subir un montículo de arena,¿te acuerdas? Jijjijij

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    1. Me acuerdo, Fátima. Es que la vida de los bichitos vista de cerca es verdaderamente fascinante. Gracias por traerme a la memoria aquella imagen que me ha sacado una sonrisa. Un abrazo, amiga.

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