Susana, se va a las montañas, a respirar aire puro, con sus ojos azules de mar serena -por no dejarlos solos en la gran ciudad que le da pena- Y se lleva un libro de Los cantares del mío y un llavero del mismo, que vestía y calzaba, por si alguna vez regresase a su casa y necesitara las llaves para la puerta. Su partida es indefinida en el plano mental. Pero el futuro se va convirtiendo en presente a su paso. Cosas de las costumbres temporales.
Va a caballo regalado, sin mirarle el diente y, a ratos, a pie. Sabe que es mujer y promete triunfar en amores. No busca aventuras fáciles sino, mas bien, limpiar los mocos a varios churumbeles, frutos de algún matrimonio feliz.
Allá va, dispuesta a conquistar lo que sea, tierras, corazones o todo a la vez, si se deja…
“No camines delante que puedo pisarte ni detrás que te me despistas. Camina a mi lado como haría una buena amiga castellana nueva, de cuando las antiguas regiones españolas”. Va relatando con un tarareo al compás de alguna melodía procedente de sus cascos y que nadie puede sufrir, pues vaga sola por esos senderos y valles… ya que nadie a su lado cabalga. Pero Susana no conoce el desaliento. Si duda, madrileña y todavía joven. Cómo somos para eso, oye… enérgicas, decididas, casi santas, heroínas… ay, que me entusiasmo.
De repente, frente a su caballo de malvavisco y ciertos trotes prematuros, delante del sol de media tarde, apareció un hada, con pinta de famosa de programa de televisión, maquillada y todo, como para salir a una tertulia de esas, a gritar en directo. Se acercó a ella y le dijo:
-Hermosa criatura, de suaves contornos y cabellos ondulados, te prometo muchas andanzas, como aquél caballero, apodado El Cid Campeador… y buena ventura… No te leo la mano porque no trabajo gratis, a pesar de que me has dado muy buena impresión, pero tienes cuerda para rato. No te pierdas, maja, que muy sola te veo y la noche está próxima. A ver si puedes conectarte al wifi de esa gasolinera y así te relacionas… por ejemplo, a través de wasap. Mira te voy a facilitar mi nombre y número por si te apetece enviarme un mensaje breve o algún icono. Y quítate un momento, anda, los cascos, del Mp4 que no sé si me oyes, con tanto alboroto musical…
-Le estaba leyendo los labios… Gracias, hada madrina.
-Nada de madrina, guapa. Me caes bien pero sólo hasta la esquina. Yo soy hada sustituta y polivalente. Ya he cumplido mi misión del día que era la de recordarte que cuentas con Internet dentro de este relato corto, si no te sales del horario y la zona prevista, que no es poca cosa y sé que eres persona agradecida.
-Sí, lo soy. Por eso le he dado las gracias. Y ahora le sonrío y sigo por mi camino que me lleva este vendaval el caballo de tres pisos.
-Mira que traerte uno de cartón con orejas de golosina y deslucido… pero tú misma. Ahí tienes la tierra que te ha visto nacer… y si ahora quieres ir a conquistar otras, tú verás… eso es largo, pesado e incómodo… y que casi todo ya está más que conquistado…
-Mire, como le he tomado cariño, le enviaré un selfie, de mi caballo y mío, llegando a tierras lejanas, Cuenca o allá más lejos, tal vez Albacete.
-Para hacer las cosas bien, deberías subir hasta Castilla y León, Luego Castilla-La Mancha, Aragón y bajar hasta la Comunidad Valenciana… casi nada. No creo que lo consigas ni en diez vidas, con ese potro que llevas sin despeinar, pero eso sí, si terminas en Levante, puedes darte un bañito a mi salud, me da igual en Valencia que en Alicante.
-Vaya desconcierto que me ha creado así, de repente. La brisa marina me llama pero, vamos… que yo me iba a la montaña… Ahora aparece usted y me cambia los planes.
-Mujer, es El Camino del Cid, tú haz lo que quieras, sin remordimientos. Perdona, me quedo sin batería, debo ir a cargar el móvil que tengo tres vídeos por ver. ¡Oh, Susana, no sufras más por mí!
-Tranquila, lo sobrellevaré como pueda. En dos minutos la habré olvidado. Soy fuerte, emocionalmente hablando. Lo del gimnasio no es tan efectivo ni evidente, lo sé. Y, por cierto, no recuerdo haberle dicho mi nombre.
Y aquél hada desapareció, escopeteada, como una imagen entre la niebla, luminosa, resplandeciente... ¡Lástima de poesía… era el brillo de los faros de su moto!
-Estas hadas de hoy en día… cuántas sorpresas nos dan. Tan actualizadas están que manejan motocicletas y no salen del YouTube. Y con la permanente bien hecha se cree La dama de las camelias… Después de salirme al paso, me ha entretenido, me ha soltado dos chorradas, una indirecta y se ha pirado. Y deseos ni uno me ha concedido la malandrina… dice que no amadrina, vamos que… Y mira, se ha dejado el casco... ya podía haberse dejado la varita... ea, pues me lo llevo de orinal para tanta ruta que me ha trazado con estos pronósticos de andanzas y venturas que me ha dicho tan deprisa que ni me he enterado. Bueno, yo tampoco soy la cid de las cides ni una protagonista ejemplar para emular al verdadero Cid en esta historieta. No le he dicho que estoy fichada por la policía por tráfico de caramelos de anís y que por eso cabalgaré hacia el este sin remisión. A ver si en el próximo pueblo tengo más suerte y me encuentro con El sastrecillo valiente, está soltero todavía y no me trajina tanto los humores griegos. ¿Cómo dices?... Por favor, caballito, no relinches tú también que me vuelvo para Madrid, ¿eh?
¿El FIN…justifica los medios?
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Estas hadas madrinas, que a veces ni son hadas, ni son madrinas, pero si seres cercanos que hablan, dan consejos, que están y te permiten seguir por los caminos que llevan a unos orígenes cercanos sabiendo de las presencias en las ausencias. ¿El fin justifica los medios? Depende del fin, depende de los medios, pero generalmente, no, según mi leal saber y entender.
ResponderEliminarGran relato, Susana se emociona seguro. Yo me emociono.
Es que tú eres muy emotivo, Manolo. Estas hadas modernas son como son. Habrá que aceptarlas así. Al fin y al cabo... no tenemos otras. Un abrazo, amigo.
EliminarPues yo sigo creyendo en las hadas, aunque no en las madrinas, ya que nunca conocí a la mía, ¡genial historia!
ResponderEliminarYo también creo en las hadas y, de hecho, a lo largo de mi vida he podido contar con la incondicional y mágica ayuda de algunas de ellas y me han hecho sentir, en muchas ocasiones, como la protagonista de un hermoso cuento.
EliminarUn día, nos vamos juntas por la ruta de las hadas... verás cómo sí son madrinas. Gracias, Fátima.