Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

25 jun 2015

EL PASO DEL TIEMPO

Lo importante es que existas.
Con cara nueva o cara vieja,
con fruición y pasión,
sintiendo los rayos del sol amaneciendo
o con fricción.
Convenciendo a la tarde, anodina,
para que vaya a dormir, contigo y pronto,
antes de que se haga la noche,
y te atrevas a pensar cosas gordas
que te resten el sueño.
El paso del tiempo es firme
pero no lo temas.

Lo principal es que sigamos por aquí,
sonriéndonos,
con bastones o sonotones,
dándonos la mano, amigablemente,
abriendo los brazos a nuestro encuentro.
Cuando lleguen las revisiones médicas,
a esperar resultados buenos
y ver cómo el sol se recoge, tras la montaña,
o los edificios,
con una sonrisa marcada en la boca,
después de su larga jornada.

Lo que importa es lo que importa…
Deja que pase el tiempo, mientras,
saboreamos la dulzura de la vida,
aunque no salude, él sabrá de sus cosas.

Ángel C. T. ©

Fotografía hecha con estas gafitas que Dios me ha dado. 

2 comentarios:

  1. Yo seguiré remando ahora y luego, alimentaré la amistad de la cercanía, de la risa, del compartir. Si en algo, aunque sea mínimo, me toca ese precioso poema, me llega al corazón.

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    1. Cada poema que sentimos va dirigido a nosotros, Manolo.
      Gracias por estas bonitas palabras.

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