“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a
Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.
Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.
Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.
26 jun 2015
HIJA DE LA NADA
cuando me amabas…?
¿Dónde se hallaba mi corazón
para no atender tu llamada?
¿Con qué otros latidos
distraería sus latidos?
¿Por qué arenas se tumbaba
a broncear su piel vetusta,
y delicada,
al tiempo que
me dedicabas, esos silencios,
tan tuyos, tan cargados de palabras?
¿Quizá, pensamientos con mi nombre,
con mi cara?
¿Qué otra cosa importaba en el universo,
aparte de tu mirada,
y de esa sonrisa jovial, alma grata,
ingrata conciencia evadida, la mía,
huérfana de padre y madre?
¿Dónde me albergaba,
moraba, existía, sin existir?
No me explico cómo fue posible
ignorarte, ser analfabeta de ti, de tu amor,
en el refugio del viento,
en el útero de la calma,
mientras me perdía tan dulce acontecer.
Ahora lo sé...nunca llegué a nacer.
Soy hija de la nada.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©2015
Me conmueve este poema y me gusta muchísimo la pintura....hija de la nada, como todo, como todos......
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Susana. Conmover es un verbo que conmueve.
EliminarMe ha impactado el conjunto...uuuffff!!!!
ResponderEliminarY eso que no es musical, Fátima. Gracias por entrar y comentar.
EliminarUn poco todos somos hijos de la nada, de nuestras circunstancias. Es precioso y se me agotan las palabras. Precioso tras releerlo una y otra vez.
ResponderEliminarMuchas gracias, Manolo.
EliminarNo son necesarias demasiadas palabras. Te comprendo siempre.
¡ Cuántas veces mi alma me decía: "Asómate agora a la ventana", y despistado yo le respondía: "Deja que ya me asomaré mañana"!
ResponderEliminarTristemente hay demasiados hijos de la nada.
Ya sabes, Javier... no dejemos para mañana...
EliminarGracias. Un abrazo.