Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

26 jun 2015

HIJA DE LA NADA

¿Y dónde estaba yo,
cuando me amabas…?

¿Dónde se hallaba mi corazón
para no atender tu llamada?

¿Con qué otros latidos
distraería sus latidos?

¿Por qué arenas se tumbaba
a broncear su piel vetusta,
y delicada,
al tiempo que
me dedicabas, esos silencios,
tan tuyos, tan cargados de palabras?

¿Quizá, pensamientos con mi nombre,
con mi cara?

¿Qué otra cosa importaba en el universo,
aparte de tu mirada,
y de esa sonrisa jovial, alma grata,
ingrata conciencia evadida, la mía,
huérfana de padre y madre?

¿Dónde me albergaba,
moraba, existía, sin existir?

No me explico cómo fue posible
ignorarte, ser analfabeta de ti, de tu amor,
en el refugio del viento,
en el útero de la calma,
mientras me perdía tan dulce acontecer.

Ahora lo sé...nunca llegué a nacer.
Soy hija de la nada.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©2015


Pintura hecha con estas gafitas que Dios me ha dado.

8 comentarios:

  1. Me conmueve este poema y me gusta muchísimo la pintura....hija de la nada, como todo, como todos......
    Un abrazo

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  2. Fátima Reyes Garcia26 de junio de 2015, 21:16

    Me ha impactado el conjunto...uuuffff!!!!

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    1. Y eso que no es musical, Fátima. Gracias por entrar y comentar.

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  3. Un poco todos somos hijos de la nada, de nuestras circunstancias. Es precioso y se me agotan las palabras. Precioso tras releerlo una y otra vez.

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    1. Muchas gracias, Manolo.
      No son necesarias demasiadas palabras. Te comprendo siempre.

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  4. ¡ Cuántas veces mi alma me decía: "Asómate agora a la ventana", y despistado yo le respondía: "Deja que ya me asomaré mañana"!
    Tristemente hay demasiados hijos de la nada.

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    1. Ya sabes, Javier... no dejemos para mañana...
      Gracias. Un abrazo.

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