Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

16 jun 2015

VER CLARO

Sixto se presentó en consulta:

-Doctor tengo tres temores.
-¿Serán tumores?
-No, temores, grandes temores.
-Dígame, a ver si puedo ayudarle.
-El presente, el pasado y el futuro, también llamado porvenir, que no lo veo claro.
-No sé qué decirle, habrá que extirpárselos… Mientras tómese esto, Don Sixto, es un jarabe de optimismo y hágase unas gafas nuevas que está hablando con el armario y yo estoy a su derecha. Tal vez por eso no vea todo lo claro que necesitaría. Venga, suba usted ese ánimo que no es para tanto la cosa. A todos, alguna vez, nos asaltan los temores. Le apuntaré en lista de espera…

Ángeles Córdoba Tordesillas ©



4 comentarios:

  1. El bueno de Don Sixto, temía más al temor del porvenir,porque sus otros dos temores, eran tumores. Qué divertido lo cuentas.

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