y el lado claro de las personas,
nos ayuda a vivir más confiados y felices.
Y, curiosamente, los que nos miran
¡sonríen!
Ángel C. T. ©
“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a
Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.
Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.
Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.
Es un buen ejercicio que acaba convirtiéndose en costumbre, y se recogen bastantes sonrisas....:-)
ResponderEliminarEso parece, Susana. Gracias por compartir tu pensamiento.
EliminarYo sonrío casi siempre Ángel, pero también es verdad que me devuelven sonrisas. Y eso nos hace la vida más sencilla seguro. Besos.
ResponderEliminarEs muy agradable que le sonrían a uno, en especial cuando antes ha sonreído él. Seguro que todo el mundo te sonríe, Manolo.
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