que brota desde las entrañas más recónditas,
que se aferra a veces a cualquier cosa;
al esqueje de un amor incipiente,
a la raíz de un gran amor, ya arrancado,
desgarrando, con ello, el alma,
al rescoldo de una pasión apagada...
A todo, a nada.
Esa necesidad que es mucha
aunque no sea tanta,
que puede llevarte
hasta el borde de un abismo infinito
y hasta el mismo cielo
donde aspiras el inigualable aroma
de la felicidad.
Tanta necesidad
y tanto amor que trae dicha
y a veces desdicha,
de la que no es fácil desprenderse
porque es tan familiar
como la propia sombra
y, como ésta misma,
a veces oscura
no permite compañía,
sólo desea una luz que la elimine.
Esa necesidad de amar,
de que te quieran y de querer,
responsable de tantas heridas
y de tantas risas también.
Quién puedes decirme
que no sabe de lo que hablo.
Ángel C. T. ©
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